Al presidente turco no le gusta la prensa o, mejor dicho, solo le gusta sumisa, dócil y alabando sus méritos. Armado de la ley de inteligencia, de una ley antiterrorista con un alcance tan amplio que facilita todos los abusos, y también de otra ley que permite procesar a cualquiera por "insultar al presidente", Recep Tayyip Erdogan tiene absoluta libertad para perseguir a cualquier voz disonante. También se ha hecho con el control de los principales grupos de medios (y en especial de las televisiones), utilizando diversos mecanismos políticos o económicos. El estado de emergencia, decretado en julio de 2016 a raíz del fallido golpe de Estado, desató una ola de arrestos sin precedentes entre los periodistas y brindó la oportunidad de cerrar más de 100 periódicos, revistas, televisores y radios. A pesar de todo, unos pocos tribunales y altos órganos judiciales (el tribunal constitucional, la corte de casación, el Consejo de Estado, etc.) consiguen dar muestras de resistencia. No obstante, el ambiente deteriorado contribuye a fomentar la violencia contra los periodistas: más de un centenar ha sufrido agresiones violentas en los últimos cinco años y uno de ellos, que trabajaba en una emisora de radio en Bursa, fue asesinado por un oyente.
Da igual si son de izquierdas, prokurdos, cercanos al movimiento Gülen, laicistas, nacionalistas... Cualquier periodista o medio considerado crítico puede acabar en el banquillo de los acusados. Aunque Turquía ya no es la mayor cárcel del mundo para los periodistas, el riesgo de encarcelamiento y el temor de tener que trabajar bajo supervisión judicial o sin pasaporte sigue siendo omnipresente. En 2020, casi 50 periodistas fueron detenidos, sobre todo por haber cubierto el tema de los refugiados sirios en la frontera con Grecia o por escribir sobre la pandemia de Covid-19. Otra constante es la censura en internet que acecha a cualquier tema de interés público que implique a personalidades cercanas al poder: azuzados por la bota de Erdogan, los jueces de paz bloquearon en 2020 más de 1.300 enlaces que llevaban a artículos en línea (sobre corrupción, clientelismo, etc.).
DISCURSO OFICIAL: negacionismo envuelto en amenazas
“Nunca hemos hecho nada contra la libertad de expresión o la libertad de prensa. Al contrario, la prensa en Turquía me ha criticado mucho, a mí y a mi gobierno, y me ha atacado mucho. Y a pesar de estos ataques, hemos tenido mucha paciencia en la forma con que les hemos dado respuesta”. (Entrevista en CNN, el 1 de abril de 2016).