Cualquier indicio de protesta se considera un ataque a la "seguridad nacional". En Eritrea ya no existe prensa privada y solo quedan los medios estatales, con una línea editorial estalinista. Los periodistas son considerados enemigos. Algunos han muerto en prisión, otros llevan 20 años agonizando en la cárcel en condiciones abominables, sin acceso a sus familias ni a un abogado. Según la información recopilada por RSF durante las últimas dos décadas, los periodistas pueden estar encerrados en contenedores, expuestos directamente a un calor insoportable, torturados, privados de atención médica y de agua. En la prisión de Eiraeiro, donde se cree que están los que aún siguen presos, hay un escalofriante mensaje escrito en una sala de interrogatorios: "Si no le gusta el mensaje, mate al mensajero". Cuando, en 2009, se le preguntó sobre el posible juicio o puesta en libertad del periodista sueco-eritreo Dawit Isaak, detenido desde 2001, el presidente Afeworki dijo: “Sabemos cómo tratarlo, a él y a otros como él, y tenemos nuestras propias formas de manejar esto”.
Quienes no están alineados con la información oficial o tratan de dar testimonio de la realidad de su país son sistemáticamente perseguidos y silenciados. Ya no hay periodistas ni medios independientes. Los que escaparon de la represión tuvieron que cambiar de profesión o de país. En total, varias decenas de periodistas murieron bajo custodia, se suicidaron, desaparecieron o se exiliaron.
DISCURSO OFICIAL: negación absoluta
“Nunca he tenido a periodistas encarcelados. No hay. Está usted mal informado". (Entrevista con Al-Jazeera en mayo de 2008).
“Esa es otra mentira [sobre el servicio militar obligatorio], otra mentira más. Y eso compromete su credibilidad como medios de comunicación, lo de inventarse un montón de mentiras, presentarlas como sucesos sobre el terreno y dar la sensación de que proceden del mundo real". (Entrevista con Al-Jazeera, febrero de 2010).