PERIODISTAS ASESINADOS
1-En cifras
65
periodistas asesinados por haber realizado su labor informativa
-18%* comparado con las cifras de 2016
de ellos
50 eran periodistas profesionales
7 eran periodistas-ciudadanos
8 eran colaboradores de los medios de comunicación
1035 periodistas profesionales asesinados en 15 años
2017, el año menos mortífero para el gremio periodístico desde hace 14 años
En 2017, 65 periodistas fueron asesinados en el mundo (esta cifra incluye a periodistas profesionales, periodistas-ciudadanos y a colaboradores de los medios de comunicación). 26 de ellos perdieron la vida cuando ejercían su labor informativa, víctimas colaterales en lugares muy peligrosos (bombardeos, atentados, etc.); 39 fueron asesinados de manera intencional, debido a su trabajo de investigación, que afectaba los intereses de las autoridades políticas, religiosas, económicas o de grupos criminales. Al igual que el año pasado, es mayor el porcentaje de periodistas que fueron agredidos de manera deliberada (60%). El objetivo común de sus detractores: hacerlos callar.
El Balance 2017 de RSF muestra una relativa disminución (-18%) del número de periodistas asesinados, respecto al año anterior (79). Asimismo, en lo que concierne a los periodistas profesionales asesinados (50 este año), RSF observa que 2017 ha sido el año menos mortífero para los periodistas profesionales desde hace 14 años (ver el gráfico).
¿ Por qué esta tendencia?
En esta tendencia a la baja han influido, entre otros factores, las numerosas campañas emprendidas por organizaciones internacionales y por los mismos medios de comunicación, que insisten en la necesidad de proteger más a los periodistas. Por otra parte, los reporteros han recibido más formación en seguridad física, lo que ha contribuido a prepararlos mejor cuando van a cubrir acontecimientos a lugares hostiles. Asimismo, el estatus de freelance ha sido objeto de reflexión y han nacido iniciativas para que los periodistas independientes puedan trabajar en las mismas condiciones de seguridad que sus colegas empleados por un medio de comunicación. Con este objetivo se creó la alianza ‘A Culture of Safety’ (ACOS) en 2015, una coalición conformada por grandes empresas de prensa, organizaciones de periodistas y de colaboradores de los medios de comunicación, para desarrollar y adoptar normas de protección para los reporteros independientes en todo el mundo.
También ha dado frutos la intensa labor de promoción de la libertad de prensa ante Estados e instituciones internacionales emprendida por organizaciones que defienden y protegen a los periodistas, como Reporteros sin Fronteras. RSF ha hecho diversas recomendaciones sobre la seguridad de los periodistas ante la Asamblea General, el Consejo de Seguridad y el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, así como ante el Consejo de Europa; recomendaciones que han sido retomadas en diferentes resoluciones. La más reciente fue adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre pasado. En el centro de esta resolución se encuentra la cuestión de las mujeres periodistas y las preocupaciones relativas a las agresiones específicas que padecen en el ejercicio de su labor, que incluyen la discriminación y la violencia por razones de sexo y género, la intimidación y el acoso en Internet o en otros medios.
Esta tendencia a la baja también puede explicarse por el hecho de que los países que se han vuelto muy peligrosos se han vaciado de periodistas. Es el caso de Siria, Irak, Yemen y Libia, donde presenciamos una «hemorragia» del gremio. Algunos periodistas incluso optan por dejar su oficio, para ejercer otra profesión que sea menos peligrosa. El que no sea posible llevar a cabo una cobertura periodística sin arriesgar la vida no es un problema que incumbe sólo a los países en guerra. En México, donde los cárteles y los políticos locales hacen que reine el terror, numerosos periodistas también han optado por dejar su país o su profesión.
2-Los países más peligrosos del mundo
Siria y México, los países más peligrosos del mundo para los periodistas
En 2017 Siria continuó siendo –como en los últimos seis años– el país más mortífero del mundo para los periodistas; este año fueron asesinados 12 reporteros en el país. México lo sigue de cerca: 11 periodistas fueron asesinados en el país, todos de manera intencional. Así, al igual que el año pasado, México es el país en paz más peligroso del mundo para los reporteros.
En este país, donde imperan los cárteles del narcotráfico, los periodistas que abordan temas como el crimen organizado o la corrupción de los políticos, sufren casi de manera sistemática amenazas, agresiones y pueden ser ejecutados a sangre fría. El 15 de mayo pasado el asesinato de Javier Valdez Cárdenas en la ciudad de Culiacán, en el estado de Sinaloa, provocó una ola de indignación en el país. Este curtido periodista de 50 años de edad, que colaboraba con la AFP y con medios de comunicación locales como La Jornada y Ríodoce, se especializaba en el tema del narcotráfico. En su último libro, titulado Narcoperiodismo: La prensa en medio del crimen y la denuncia, abordaba el calvario de los periodistas mexicanos que intentan informar sobre las acciones de estos grupos ultraviolentos, a pesar del peligro. Al igual que Javier, en 2017 otros 10 periodistas mexicanos pagaron con su vida su trabajo informativo. La mayoría de estos crímenes permanecen impunes en México. La impunidad se explica por la corrupción generalizada que reina en el país, patente sobre todo a escala local, ámbito en el que los miembros del gobierno a veces están coludidos con los cárteles.
Desgarrada por un sangriento e interminable conflicto, desde 2012 Siria es el país más mortífero para los periodistas. En su territorio el peligro es omnipresente y los reporteros, sean profesionales o ciudadanos, permanentemente corren el riesgo de perecer por los tiros de francotiradores, el lanzamiento de misiles, la explosión de bombas artesanales o los ataques suicidas. Los periodistas locales son las principales víctimas, puesto que en los últimos años la presencia de reporteros extranjeros ha disminuido de forma considerable. No obstante, algunos periodistas han comenzado a entrar de nuevo al norte del país, en especial a Rojava, para cubrir las batallas que libran en Raqqa o en Deir Ezzor las fuerzas árabo-kurdas contra el grupo Estado Islámico.
Afganistán e Irak, otros países peligrosos
En Afganistán sucede algo similar: este año fueron asesinados en el país nueve periodistas locales. Dos eran periodistas profesionales y siete eran colaboradores de los medios de comunicación; perdieron la vida en tres ataques diferentes, uno tuvo lugar en mayo, en Jalalabad, contra la sede de la radiotelevisión nacional, los otros dos en Kabul, en mayo y noviembre.
En Irak fueron asesinados ocho periodistas este año. También en este país son los periodistas locales quienes pagan más caro el realizar su trabajo. Hona Salaheddine, cadena progubernamental, perdió dos periodistas; fueron asesinados por combatientes del grupo armado Estado Islámico. En junio de 2017 murió el fixer kurdo-iraquí Bakhtiyar Haddad, junto a sus colegas, la periodista suiza Véronique Robert y el periodista francés Stephan Villeneuve, lo que dio visibilidad, en medio de una dramática situación, a la labor de los fixer (guía-intérprete), un oficio difícil poco conocido y reconocido.
Filipinas, el país más mortífero de Asia
Cuando Rodrigo Duterte fue electo como presidente de Filipinas, en mayo de 2016, envió este mensaje sibilino a la prensa de su país: “Sólo porque seas periodista no significa que estés exento de ser asesinado si eres un hijo de puta. La libertad de expresión no podrá hacer nada por vosotros, queridos”.
En 2017 se confirmó esta funesta advertencia. Al menos cinco periodistas fueron atacados a tiros, cuatro de ellos murieron así asesinados. El archipiélago vuelve a seguir la tendencia negativa registrada en la última una década, que había desaparecido en 2016, año histórico en lo relativo a la seguridad de los periodistas, pues en Filipinas no se registró ningún asesinato
3-Siete reporteros asesinados en el extranjer
En 2017, 58 periodistas fueron asesinados en su país de origen (89%), mientras que siete murieron cuando realizaban reportajes en el extranjero.
En 2017 tres periodistas extranjeros perdieron la vida en la guerra de Irak, entre ellos el francés Stephan Villeneuve y la suiza Véronique Robert. Reporteros aguerridos, acostumbrados a trabajar en zonas de guerra, estos periodistas estaban en Mosul elaborando un reportaje para el programa “Envoyé spécial”, del canal de televisión France 2. El 19 de junio de 2017, cuando acompañaban a una unidad de las fuerzas especiales antiterroristas iraquíes, explotó a su paso un artefacto de fabricación artesanal que acabó con su vida.
Meses antes, en marzo, la periodista turca Tuba Akyılmaz, conocida profesionalmente como Nuzhian Arhan, murió en la ciudad de Sinjar, en el norte de Irak; cuando cubría los enfrentamientos de las fuerzas kurdas un francotirador le disparó en la cabeza. Nuzhian Arhan era corresponsal del portal informativo feminista Sujin y del medio de comunicación kurdo RojNews.
El periodista-ciudadano británico Mehmet Aksoy, editor del sitio web The Kurdish Question, también fue asesinado fuera de su país. Estaba en Siria para realizar un reportaje sobre los combates entre las fuerzas kurdas sirias; falleció en octubre pasado, en Raqqa, en un ataque del Estado Islámico contra un punto de control militar
Otros conflictos, menos mediatizados, también han sido mortíferos para los reporteros. En agosto pasado el periodista estadounidense Christopher Allen fue asesinado en el extremo sur de Sudán del Sur, de un disparo en la cabeza, durante los enfrentamientos del ejército de Sudán del Sur contra un grupo de rebeldes del SPLA-IO (Sudan People’s Liberation Army-in Opposition), junto con el que viajaba el reportero. Cuando lo mataron portaba un chaleco que claramente lo identificaba como prensa. El Ministro de Información del país señaló que el periodista, quien colaboraba con Al-Jazeera, The Independent, Vice News y The Telegraph, había fallecido “junto con sus colegas rebeldes” y que no se sentía responsable por su muerte.
Por su parte, el periodista hondureño Edwin Rivera Paz creía que podía ponerse a salvo dejando su país; trasel asesinato de su colega Igor Padilla, había huido de Honduras por miedo a represalias. Se refugió en México, en el estado de Veracruz, donde lo mataron el 9 de julio de 2017; hombres armados le dispararon, asesinándolo a sangre fría a plena la luz del día. Ni las autoridades mexicanas ni las hondureñas han dado a conocer ningún avance en las investigaciones.
Kim Wall, una reconocida periodista sueca –que colaboraba, entre otros medios de comunicación, para The New York Times y The Guardian– viajó por todo el mundo para realizar sus reportajes; sin embargo, fue en Dinamarca, a unos kilómetros de su ciudad natal, donde encontró la muerte. El 10 de agosto, cerca de Copenhague, la periodista independiente subió a un submarino junto con el creador del artefacto, el danés Peter Madsen, para entrevistarlo. Después, no se supo nada más de ella. En los días, las semanas que siguieron, se encontraron partes del cuerpo de la periodista en el mar. Peter Madsen es juzgado por asesinato.
4-El número de reporteras asesinadas se duplicó en 2017
Diez mujeres periodistas fueron asesinadas en 2017, el doble que en 2016, cuando se registraron cinco casos. La mayoría de ellas eran aguerridas y experimentadas periodistas de investigación, críticas en sus textos. A pesar de las amenazas que habían recibido, seguían investigando y revelando casos de corrupción, entre otros, en los que estaban implicadas autoridades gubernamentales o grupos criminales. Pagaron con su vida este trabajo de investigación.
El 16 de octubre fue asesinada en Bidnija, Malta, la periodista Daphne Caruana Galizia, con la explosión de un coche bomba. Su asesinato provocó gran conmoción en todo el país y a escala internacional. En su blog Running Commentary –creado en 2008 y cuya audiencia podía alcanzar 400.000 visitas al día– Daphne Caruana Galizia denunciaba casos de corrupción, tráfico ilegal, sobornos y cuentas bancarias offshore en Malta, el país más pequeño de la Unión Europea. La periodista había publicado diversos textos sobre personas cercanas al Primer Ministro, Joseph Muscat, implicadas en el caso de los Papeles Panamá. Numerosos dirigentes europeos exhortaron a que se realizara una investigación internacional independiente sobre su asesinato.
Según datos de RSF, el de Daphne Caruana Galizia es el cuarto caso de asesinato de periodistas registrado en la Unión Europea en los últimos 10 años. El tercer caso fue el ataque perpetrado en París el 7 de enero de 2015 contra el semanario satírico Charlie Hebdo, en el que murieron siete periodistas; el segundo fue el del periodista griego Socratis Guiolias, director de una radio privada y colaborador de un sitio web, asesinado a tiros con un arma automática frente a su domicilio en 2010, y el primero el del croata Ivo Pukanic, columnista de Nacional, uno de los principales semanarios de Croacia, quien murió cuando explotó su automóvil frente a las oficinas de la publicación donde trabajaba.
Gauri Lankesh, editora del semanario Lankesh Patrike, fue asesinada a tiros; recibió siete disparos cuando abría la puerta de su casa en Bangalore, en el sur de India, la noche del 5 de septiembre. Esta periodista de 55 años de edad era conocida por defender los derechos de las mujeres, y reconocida por su valor y tenacidad; era una voz crítica frente al sistema de castas y el nacionalismo hindú. Debido a ello había recibido amenazas de muerte, sobre todo por Internet, donde los seguidores del Bharatiya Janata –partido del Primer Ministro, Narendra Modi– se ensañaron con ella. En su última editorial Gauri Lankesh explicaba cómo la difusión de fake news (noticias falsas) había contribuido a la victoria de los nacionalistas hindús en 2014. La investigación de su asesinato avanza lentamente. Tras su muerte, varios periodistas indios críticos frente al poder han recibido amenazas de muerte en las que se hace referencia al asesinato de la periodista.
Miroslava Breach Velducea fue asesinada el 23 de marzo de 2017 en Chihuahua, capital del estado que lleva el mismo nombre, uno de los más violentos de México. Le dispararon cuando se encontraba en su automóvil. Esta periodista de 54 años de edad, que trabajaba para los diarios La Jornada y Norte de Ciudad Juárez, cubría temas relacionados con el crimen organizado y la corrupción de las autoridades locales de Chihuahua. Días antes de que la mataran había publicado un reportaje sobre un conflicto armado entre los líderes de un grupo delictivo relacionado con el Cártel de Juárez. A más deocho meses de que se cometió el crimen la investigación se encuentra estancada. Las autoridades de Chihuahua anunciaron en abril que habían identificado a los autores del asesinato, pero desde entonces no han proporcionado información significativa sobre los avances de la investigación. Los allegados de Miroslava Breach Velducea han encontrado grandes dificultades para tener acceso a su dossier
"Acciones y recomendaciones de RSF"