Reporteros Sin Fronteras y la organización de defensa de los derechos humanos INSEC publican un informe de la investigación sobre las exacciones cometidas por los maoístas y las fuerzas de seguridad contra los civiles, y entre ellos contra los periodistas. Ambas organizaciones hacen un llamamiento a Naciones Unidas para proteger los derechos humanos, gravemente amenazados en el reino.
En un informe, remitido hoy a Sergio Viera de Mello, Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Naciones Unidas, Reporteros Sin Fronteras y la organización nepalesa INSEC hacen un llamamiento a la comunidad internacional, y más particularmente a Naciones Unidas, para que se comprometan en favor de las libertades fundamentales en Nepal.
Entre otras cosas, ambas organizaciones han pedido que, en el menor plazo de tiempo posible, se envíe una misión de investigación para establecer el alcance de las exacciones, y se establezca en Nepal un representante permanente del Alto Comisionado para los derechos humanos de Naciones Unidas.
Por el momento, la comunidad internacional ha guardado silencio sobre las violaciones de los derechos humanos en Nepal. El gobierno nepalés, sin legitimidad democrática, recibe un apoyo implícito en su lucha contra los "terroristas maoístas". Pero esta guerra civil, que no quiere reconocerse, tiene como primeras víctimas a la población civil y a las libertades fundamentales.
Una misión conjunta de Reporteros Sin Fronteras y de la INSEC ha recogido algunos testimonios sobre las violaciones de los derechos humanos, cometidas tanto por los maoístas como por las fuerzas de seguridad. Cerca de cuatro mil nepaleses murieron durante los últimos doce meses. Millares de personas fueron detenidas en aplicación de la ley antiterrorista, y decenas de presos fueron torturados por las fuerzas de seguridad. Por su parte, los rebeldes maoístas intensificaron su política de terror, llevando a cabo mutilaciones y secuestros.
Los periodistas se han visto duramente afectados por esta represión: más de ciento cincuenta fueron detenidos por las fuerzas de seguridad. En mayo de 2002 resultó muerto el director de una publicación pro-maoísta, a consecuencia de las torturas policiales, y los maoístas asesinaron brutalmente, en agosto, a un corresponsal de provincias. Los maoístas continúan manteniendo como rehén a otro reportero.