En la Cuba republicana –entre 1902 y 1959–, cuando era legal fundar un partido político, sólo funcionaba una media docena. Ahora, en pleno socialismo, aunque ello es delito, se mueven más de cien agrupaciones con diversos propósitos y registros ideológicos.
Por Raúl Rivero
En la Cuba republicana –entre 1902 y 1959–, cuando era legal fundar un partido político, sólo funcionaba una media docena. Ahora, en pleno socialismo, aunque ello es delito, se mueven más de cien agrupaciones con diversos propósitos y registros ideológicos.
Tal vez por ello se dice en la calle que en esta isla cuando alguien decide oponerse al gobierno no se integra en una organización ya existente, sino que funda otra, inscribe a su familia y a algunos amigos y lanza su proyecto.
Así, pese al estricto control de la policía política, han ido apareciendo decenas de pequeños grupos políticos que en condiciones difíciles y precarias desarrollan su activismo a veces a escala nacional, a veces sólo en regiones o barrios. Muchos de ellos no son realmente partidos, sino apenas brotes de una eventual sociedad civil cubana. En ese camino, desde hace unos cinco años están trabajando el Colegio Educadores, el de Ingenieros y Arquitectos y el de los Médicos.
La institución original de donde surgió todo el movimiento de oposición pacífica es el Comité Cubano Pro Derechos Humanos. Aunque algunos de los fundadores tuvieron que exiliarse y otros han muerto, este Comité, que empezó a funcionar hacia 1978, sigue en actividad bajo la presidencia de Gustavo Arcos Bergnes.
Otra entidad insignia es la Comisión Nacional de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, que dirige Elizardo Sánchez Santa Cruz. Al igual que el Comité, esta Comisión se ocupa de denunciar las violaciones de los derechos de los cubanos y despliega una permanente campaña de ayuda a los presos políticos, que en estos momentos son más de trescientos.
Solidaridad Democrática, un partido político de orientación liberal, dispone de una estructura activa en casi todas las provincias, mientras que otro partido liberal más reducido y localizado en la capital, tiende a desarrollar un trabajo de reflexión y debate. También está en actividad el Movimiento Cristiano Liberación, presidido por el ingeniero Oswaldo Payá, que cuenta con ramificaciones en varias regiones y que recientemente ha sido reconocido por la Internacional Demócrata Cristiana.
Unos cuantos jóvenes profesores procedentes del marxismo leninismo crearon la Corriente Socialista Democrática y tienen hoy por hoy voz y presencia en el panorama político cubano. Voz y presencia que es siempre fuente de polémica pues sufren tanto los ataques implacables del gobierno como la crítica velada, y a veces sin velo, de sus compañeros de viaje de la oposición.
El activista Vladimiro Roca encabeza un partido Socialdemócrata con respaldo de sus correligionarios del ámbito caribeño, pero este partido ha perdido prácticamente toda influencia desde que Roca fue encarcelado en 1997.
En el mismo juicio contra Roca, en marzo de 1999, fueron condenados a prisión otros tres activistas de relieve en la oposición pacífica (el famoso Grupo de los Cuatro). Uno de ellos era Marta Beatriz Roque quien hoy ya en libertad está al frente de un coherente instituto de Economía. Los otros dos disidentes son Félix Bonne, fundador de un grupo de análisis constituido por profesores universitarios, y el abogado René Gómez Manzano, creador de la Corriente Agramontista, una asociación de letrados que durante años ha defendido a los acusados de delitos políticos.
Hay además una multitud de organizaciones sindicales, ecológicas, culturales, de bibliotecarios independientes, de familiares de presos políticos, de grupos antiaborto, de rehenes del gobierno (personas que las autoridades no dejan salir del país), de familias de desalojados de sus territorios natales, en suma, un inventario atomizado, pero con un poder de desarrollo latente.
El gobierno, siempre en su afán de desacreditar al enemigo, afirma que la oposición no son más que cuatro gatos, es decir muy pocos, y la acusa de estar al servicio de Estados Unidos. En una palabra, se arroga como siempre el monopolio del amor por Cuba.
La reducción a la escala zoológica es recurrente y riesgosa porque yo conozco ya a cuatro gatos, a saber el gato Félix, Silvestre, el Gato con Botas y la gatita de María Ramos ("la que tira la piedra y esconde la mano" como dice el refrán cubano). Y ninguno de los cuatro, que yo sepa, ni denuncia, ni piensa, ni escribe.