El comienzo de las pruebas olímpica no ha beneficiado en nada a los defensores de los derechos humanos chinos, que continúan siendo detenidos, vigilados o amenazados. Por otra parte, varios incidents ocurridos con periodistas extranjeros, y entre ellos la agresión hoy de un periodista británico del canal ITN, demuestran que los Servicios de Seguridad no han renunciado a impedir que la prensa extranjera pueda trabajar en buenas condiciones. Como ejemplo de ello, Reporteros sin Fronteras publica el testimonio anónimo de una corresponsal extranjera, que una vez más habla de la vigilancia y las presiones de la policía china.
El comienzo de las pruebas olímpica no ha beneficiado en nada a los defensores de los derechos humanos chinos, que continúan siendo detenidos, vigilados o amenazados. Por otra parte, varios incidents ocurridos con periodistas extranjeros, y entre ellos la agresión hoy de un periodista británico del canal ITN, demuestran que los Servicios de Seguridad no han renunciado a impedir que la prensa extranjera pueda trabajar en buenas condiciones. Como ejemplo de ello, Reporteros sin Fronteras publica el testimonio anónimo de una corresponsal extranjera, que una vez más habla de la vigilancia y las presiones de la policía china.
"Ante el aumento de incidentes pedimos al Comité organizador chino y al Comité Olímpico Internacional que intervengan en favor de los ciudadanos chinos que están en peligro, a causa de su posicionamiento durante los Juegos Olímpicos. A todo el movimiento olímpico corresponde hacer que se respete el espíritu de la tregua olímpica que, desde sus orígenes, impone el respeto de la paz durante las pruebas", ha manifestado Reporteros sin Fronteras.
Así está escrito en el sitio del COI: "Durante ese período de tregua, los atletas, los artistas y sus familias, así como los simples peregrinos, podían viajar con total seguridad para participar, o asistir a los Juegos Olímpicos, y después regresar a sus respectivos países. (...) El Comité Olímpico Internacional ha decidido revivir la tradición de la tregua olímpica para animar la búsqueda de soluciones pacíficas y diplomaticas a los conflictos que causan estragos en el mundo".
El 13 de agosto de 2008, unos policía chinos han detenido en Pekín al reportero John Ray, del canal británico ITN. Le han tirado al suelo e inmovilizado por la fuerza durante veinte minutos, a pesar de que se había identificado como periodista. "Para mí, se trata de una auténtica agresión. Estoy muy enfadado", ha declarado John Ray a la AFP. Estaba cubriendo un acto de varios activistas tibetanos que habían desplegado una bandera cerca de las instalaciones olímpicas, antes de ser detenidos por la policía.
Según el Club de Corresponsales en China (FCCC), desde el 7 de agosto se han producido cinco incidents. Es el caso de dos reporteros de Associated Press, detenidos en la provincia de Xinjiang por unos policies que borraron las imagines de sus cámaras fotográficas. Uno de ellos fue detenido mientras veía la ceremonia de inauguración de los JJOO. Por otra parte, a dos periodistas escandinavos les han impedido entrevistar a campesinos de la provincia de Hebei acerca del impacto que los JJOO han tenido en sus actividades.
Una periodista europea que lleva varios años trabajando en Pekín ha ofrecido a Reporteros sin Fronteras un sobrecogedor testimonio sobre las condiciones de trabajo en Pekín, y los riesgos que corren los chinos que se aventuran a hablar con la prensa extranjera: "No dejan de seguirme, de grabarme, de fotografiarme. Dudo antes de entrevistar a chinos sobre problemas sensibles, por temor a que les detengan. La semana pasada detuvieron a varios chinos por darme entrevistas. Para empezar, algunos habitants del barrio de Qianmen, en plena renovación. Entre ellos, una mujer responsable de una asociación de desalojados que ha presentado una denuncia contra el gobierno, porque las indemnizaciones recibidas son muy escasas. El juicio tenía que verse en julio, pero se ha aplazado a causa de los JJOO. La entrevisté, como otros colegas, y después la detuvieron. Lo mismo ocurrió con un sacerdote de una iglesia no official. Finalmente, una británica de origen tibetano fue detenida y expulsada después de concederme una entrevista. En estas condiciones todos nos sentimos impulsados a la autocensura y nos negamos a entrevistar a determinados chinos, por temor a quee después les detengan. Nos encontramos en esta situación de intimidaciones repetidas que, a pesar de las mejoras generales, hace muy difícil nuestro trabajo en China. Y además, la prensa official no para de atacarnos desde los acontecimientos de marzo en el Tibet. Más allá de las amenazas de muerte, recibidas por decenas de periodistas extranjeros, los medios de comunicacion chinos intentan desacreditarnos. Y todo esto se ha ido accelerando a medida que se acercaban los Juegos".
En efecto, son varios los chinos detenidos por hacer declaraciones a los medios extranjeros. Es el caso de Zhang Wei, una antigua residente del barrio de Qianmen, en Pekín, a quien la policía detuvo el 9 de agosto después de que presentara la solicitud de autorización para una protesta por la expulsion de su familia, hace dos años, con motivo de las obras de los Juegos Olímpicos. Según la agencia Associated Press, su hijo asegura que las autoridades la mantendrán detenida un mes, por "atentar al orden social". La Oficina de Seguridad Pública ha dicho que está estudiando el caso de Zhang Wei y que no tiene nada que comentar al respecto.
El 7 de agosto de 200 fue detenida por la policía la madre de un joven que se manifestó en contra de la expulsión de su familia en un parque de Pekín, en una zona que sin embargo está prevista para ese tipo acontecimientos. Yang Guijing, de 75 años de dad, fue detenida en la calle cuando iba a casa de su hija, y lleva 6 días detenida aunque no estuvo en el lugar de la manifestación.
Hay otros chinos a los que las autoridades persiguen porque temen que protesten durante los Juegos. Así, desde el 7 de agosto no se tienen noticias de Zeng Jinyang, la esposa del militante encarcelado Hu Jia, y de su hija de 7 meses. Según varios medios de comunicación en chino, las autoridades les han obligado a marcharse de la capital. Llevaban varios años viviendo permanentemente vigiladas por la policía en la residencia "Libertad" de Pekín. Otros varios intelectuales chinos, y entre ellos Liu Xiaobo y Yu Jie, están libres pero vigilados por la policía. Por su parte, Wan Yanhai, qu dirige una ONG dedicada a los enfermos de SIDA, prefirió marcharse de la capital mientras duraran los JJOO, por temor a verse acosado por la policía.
Por su parte Hua Huiqi, líder de una iglesia protestante no reconocida, fue detenido por la policía el 9 de agosto en Pekín, cuando acudía a una misa, a la que asistía George W. Bush. Su hermano, Hua Huilin, al que también detuvieron, asegura que le dejaron en libertad al cabo de una horas, pero que no sabe nada de Hua Huiqi. La policía niega cualquier responsabilidad en su desaparición y dice que nunca le ha detenido. En cuanto a la organización Human Rights en China, indica haber recibido una carta de Hua Huiqi, en la que cuenta su detención y evasion.
Por otra parte, el 11 de agosto fue detenido Ji Sizun, un militante de los derechos humanos natural de la provincia de Fujian, por haber solicitado días antes autorización para manifestarse en una de las zonas delimitadas al efecto por los organizadores pequineses. Según Human Rights Watch, Ji Sizun pretendía organizar una concentración de ciudadanos chinos para denunciar la corrupción, y pedir mayor participación ciudadana. Según la Organización de Defensa de los Derechos Humanos, varios otros ciudadanos chinos han sido detenidos o amenazados tras solicitar permisos para manifestaciones. Es el caso de varios padres de víctimas de las "escuelas tofu", destruídas por el terremoto de Sichuan. Según el Washington Post, a algunas familias se les ha impedido salir de Chengdu en avión.
En los días anteriores a la inauguración de los Juegos detuvieron a varios miembros del Partido Democrático Chino (prohibido). Según Chinese Human Rights Defenders, Xie Changfa, de la provincia de Hunan, fue detenido el 2 de agosto, mientras que a Wang Rongqing, de 65 años y de la provincia de Zhejiang, le encarcelaron el 31 de Julio. Están acusados de "incitar a la subversion del poder del Estado".