Introducción
Los iraquíes cuentan, bajo cuerda, que el país tiene 20 millones de habitantes y otros tantos retratos de Sadam Hussein, Como si eso no fuera bastante, los periódicos oficiales publican prácticamente cada día, en primera página, una fotografía de al-Batal al-Kadissiya (el héroe de la guerra Irán-Irak). Por otra parte, el presidente Sadam Hussein declaró que, en caso de una avería de televisión, los iraquíes solo tienen que colocar uno de sus retratos delante de la pantalla. Pero, atención, una interrupción técnica de la programación no es ningún motivo de broma para el presidente iraquí. En los años 90, el Ministro de Información, Hamid Yusuf Hamadi, fue cesado inmediatamente de sus funciones a causa de un incidente de ese tipo, y reemplazado por el ingeniero de transmisiones Hamman Abd al-Khaliq.
En el marco de una noche temática sobre Irak, el canal franco-alemán Arte emitió, el martes 21 de enero de 2003, un documental titulado irónicamente "Nuestro amigo Saddam". Al día siguiente, la prensa oficial iraquí relataba la emisión como un "homenaje al venerable Presidente". La importancia y la sinceridad del homenaje no dejan ninguna duda: el documental duró dos horas.
De esta manera funcionan la propaganda y la desinformación en el Estado baasísta que, desde hace tres décadas, dirigen Saddam Hussein, su familia y su clan (los tikritis). El presidente iraquí se mantiene en el poder gracias a un sistema de represión y de censura institucionalizadas, cuyo balance resulta catastrófico en términos de libertad de prensa. En el lugar 130 de la clasificación mundial de la libertad de prensa, establecida por Reporteros Sin Fronteras, Irak figura entre los diez países más hostiles a los periodistas, y a los medios de comunicación, en 2002.
La propaganda política del régimen
Según la biografía "El verdadero Saddam Hussein", de Said K. Aburish, el líder iraquí descubrió, siendo muy joven, la eficacia de la propaganda. Exiliado político en El Cairo, de 1959 a 1961, Saddam Hussein dedicó mucho tiempo a la lectura. Se interesó sobre todo por la vida de algunos hombres célebres, entre ellos Stalin, un modelo en la materia. A principios de los años 70, el futuro presidente iraquí aprendió a utilizar la propaganda, en su propio beneficio y en el del Estado. Hizo saber en la prensa que su esposa, Sajida, trabajaba como profesora al mismo tiempo que se ocupaba de una familia, que aumentaba. Empezaron a aparecer fotografías suyas, como buen padre de familia. Se dedicó a posar acompañado de niños cada vez que visitaba fábricas, o se encontraba con campesinos. Saddam Hussein construyó su imagen cuidando siempre de llevar una ropa impecable, especialmente los zapatos. Sin embargo, según Said K. Aburish, su sentido de las conveniencias le llevó a ordenar a los periódicos que solo publicaran sus fotos debajo de las de Bakr y Aflak, sus mayores y dirigentes del gobierno de la época. A partir de ese momento, Sadddam Hussein recurrió al servicio de un "negro", Aziz Mohammed Jassim, redactor político que le sirvió hasta su misteriosa desaparición, en 1991.
Saad E-Bazzaz, ex director de la televisión nacional y redactor jefe del periódico Al-Joumhouryia (La República) hasta su desaparición en 1992, conocía muy bien los principales temas de la propaganda oficial. Desde hace tres décadas, explica, el mensaje es muy simple: "Saddam e Irak son uno. El Presidente es capaz de comprender a todos los iraquíes y de dirigirse a cada uno de ellos". En los años 90, Saddam Hussein añadió a esa propaganda nacionalista y unificadora un fuerte componente religioso. "En 1991, Saddam Hussein dio un giro de 180 grados. Mandó construir mezquitas y se apoyó en la religión para galvanizar la moral de la población, a pesar de que el laicismo es uno de los pilares ideológicos baasistas", subraya el periodista exiliado en Londres. Hoy, la propaganda de Saddam Hussein hace una síntesis de los valores árabes, nacionalistas, baasistas y religiosos.
En Irak, el calendario está repleto de conmemoraciones oficiales que son objeto de una amplia cobertura en los medios de comunicación gubernamentales, y especialmente en la televisión nacional. El 20 de noviembre de 1997 millares de iraquíes se parapetaron "espontánea y voluntariamente" en el palacio presidencial, para servir de escudos humanos cuando parecía inminente un bombardeo occidental. Aquel día entró en el calendario oficial como el "Día del Pueblo". El 24 de febrero de 1998, Saddam Hussein aceptó abrir su palacio presidencial a los inspectores de Naciones Unidas. Ese cambio evitó la confrontación y se convirtió en el "Día de la Bandera". El 5 de agosto del mismo año, fue el "Día de la Actitud": Saddam Hussein puso fin a toda cooperación con los inspectores, antes de volver a dar marcha atrás. El régimen nunca ha estado falto de imaginación, cuando se ha tratado de reescribir la historia. Todo comenzó el "Día del Noble Llamamiento", cuando las tropas iraquíes invadieron Kuwait, el 2 de agosto de 1991. De la Guerra del Golfo, o "madre de todas las batallas", el régimen se ha quedado con el "Día de la Ciencia", el 18 de enero de 1991, fecha del primer disparo de un misil Scud sobre Israel. En cambio, omisión total del alto el fuego, aceptado por Irak el 3 de marzo de 1991. Más antiguo, el "Día de la gran Victoria", o "Día de los Días", designa el fin de la guerra de ocho años con Irán, el 8 de agosto de 1988, que según las estimaciones causó 360.000 muertos y 600.000 heridos, iraníes e iraquíes.
Finalmente, varias fechas están reservadas para el propio Presidente en persona, entre otras el 15 de octubre, "Día de la Gran Marcha", en referencia al primer referendum presidencial de 1995. A finales de septiembre de 2002, cuando se acercaba el segundo referendum que dio a Saddam Hussein el 100% de los "si", con un índice de participación también del 100%, el semanario Al-Zaura, publicado por el Sindicato de Periodistas Iraquíes, propuso a las autoridades bautizar a ese día como el "Día de la proclamación del Amor". "En la papeleta del voto, los ciudadanos no deben elegir entre sí y no, sino entre "le amamos mucho" o "le amamos enormemente", sugirió el editorial del periódico.
Saddam Hussein afirma que nació el 28 de abril de 1937. Desde 1980, esa fecha se ha convertido en un día festivo, pretexto para varios días de cobertura televisada ininterrumpida del acontecimiento. Lo mismo que otros profesionales del país, los periodistas organizan celebraciones para la circunstancia. El 28 de abril de 2002, más de 250 periodistas llegados de Bagdad, y de las provincias de Irak, entonaron cantos para el sesenta y cinco cumpleaños del Presidente, ante la ex embajada norteamericana, situada en el norte de la capital y cerrada desde hace diez años. "Los periodistas eligieron este lugar para festejar el cumpleaños del presidente Saddam Hussein, con el fin de manifestar su desafío a la administración norteamericana, que prepara planes hostiles para Irak", lanzó un animador de los festejos, organizados por el Sindicato de Periodistas Iraquíes.
El control de los medios de comunicación: "una vieja costumbre"
La transformación de los medios de comunicación iraquíes en herramientas de propaganda no se hizo de un día para otro. Saad El-Bazzaz, periodista iraquí exiliado en Londres, explica que al final del imperio otomano y hasta con la monarquía, derrocada el 14 de julio de 1958, la prensa iraquí era una de las más libres y más dinámicas de Oriente Medio. Las radios y la prensa de Bagdad participaban en la emulación intelectual de la época, y entre otras cosas en la difusión de la ideología nacionalista árabe. Su influencia era tan grande que una parte de la élite comercial sunnita kuwaití pidió públicamente, en 1938 y después en 1958, la incorporación de Kuwait a Irak.
Uno de los primeros periódicos iraquíes, publicado a finales del siglo XIX, se llamaba Az-Zaoura (uno de los nombres de Bagdad). En los años 20, se publicaban decenas de diarios, semanarios y revistas literarias, y entre ellos un periódico satírico, Habez Bouz. Dotado de un nombre que suena cómico, ese periódico era "muy apreciado por la gente de Bagdad, sobre todo por sus caricaturas", precisa un iraquí residente en París. Entonces la población iraquí tenía acceso a toda la producción escrita del mundo árabe, lo que dio origen al dicho: "Lo que se escribe en El Cairo, se imprime en Beirut y se lee en Bagdad". Son muchos los que piensan que la prensa iraquí de principios de siglo rivalizaba con la prensa egipcia y libanesa.
Tras la revolución de 1958 se multiplicaron los sobresaltos políticos y se instaló la violencia. Aparecieron una quincena de diarios, que estaban próximos a los partidos de izquierda, islamistas, demócratas, kurdos, baasistas, e incluso al Partido Comunista. Pero la prensa pagó el precio de los sucesivos derrocamientos de regímenes y, progresivamente, se redujo su espacio de libertad. Según un periodista iraquí, exiliado desde 1979, que prefiere permanecer en el anonimato porque su familia sigue viviendo en Irak, "ya antes de la llegada del Baas al poder, en 1968, los gobiernos cerraban periódicos a su antojo. ¡Es una antigua costumbre!".
De 1959 a 1963, los gobiernos se contentaban con interrogar a los redactores jefes y retirar temporalmente la licencia a determinados periódicos, especialmente al diario comunista de la época, titulado Ittihad Al-Shaab (La Unión del Pueblo). A partir de 1968, el partido Baas se quedó con un solo periódico: Al-Thawra (La Revolución), que se convirtió en el órgano oficial del partido. Tarek Aziz, el actual vice-Primer Ministro iraquí, fue su redactor jefe durante años. Luego, el Baas, que tenía la necesidad de dar un paso hacia los comunistas, autorizó de nuevo sus publicaciones. El órgano principal del Partido Comunista reapareció con el nombre de Tarik Al-Shaab (El Camino del Pueblo). El periódico del Partido Democrático Kurdo se llamaba entonces Al-Taakhi (La Conciliación). Cuando, a partir de 1967, los comunistas criticaron las restricciones que se les imponían, Tarek Aziz se convirtió en el portavoz de Saddam Hussein, en Al-Thawra: "No hay sitio para un partido comunista en nuestro país". En 1979, tras una nueva caza de brujas que duró meses, se cerraron Tarik Al-Shaab y Al-Taakhi. Entonces solo quedó un único periódico que no fuera baasista.
A finales de los años 70, se volvieron extremadamente violentos los métodos encaminados a controlar e intimidar a los periodistas. Se multiplicaron el acoso judicial, los arrestos, las amenazas, las detenciones prolongadas, los casos de tortura y las ejecuciones. Durante los años de 1980-1988, la guerra con Irán sirvió de pretexto para imponer un control total de los medios de comunicación. En 1986, el Consejo del Mando de la Revolución (CCR) dictó un decreto (número 840), firmado por el propio Saddam Hussein, castigando con la pena de muerte a cualquier persona que insulte o critique al Presidente, a su entorno, al partido Baas e incluso al gobierno.
La organización de defensa de los derechos humanos Alianza Internacional para la Justicia, que pide la creación de un Tribunal Penal Internacional para juzgar a los dirigentes iraquíes por crímenes de guerra, ha establecido una lista de los escritores, artistas, poetas y periodistas asesinados por el régimen de Saddam Hussein. Según esta organización, desde 1968 han sido ejecutados más de 500 y otros centenares se vieron obligados al exilio. Según la agencia de prensa Iraq Press, ligada al periódico en el exilio Azzaman, solo durante el año 2001 cincuenta periodistas huyeron de la represión del hijo mayor de Saddam Hussein, Udai. Saad El-Bazzaz evalúa en cerca de 400 el número de periodistas y técnicos de la prensa iraquíes que viven en el exilio, entre los que figuran las mejores plumas del país. Por su parte, el régimen dispone de una lista completa de los periodistas en el exilio, a los que llama "traidores", y no duda en intentar darles caza en el extranjero. Desde la llegada a la presidencia de Saddam Hussein han desaparecido decenas de periodistas, y sólo el régimen de Bagdad conoce la suerte que han corrido.
Las cabeceras de los periódicos de ayer son, en gran parte, las mismas de hoy: se llaman Al-Thawra (La Revolución, órgano oficial del Baas), Al-Joumhouryia (La República), Alef Ba (A-B), un semanario popular; Al-Ittihad (la Unión), Al-Zaoura (el semanario del Sindicato de Periodistas Iraquíes), etc. "Los periódicos son todos más oficiales los unos que los otros, pero son numerosos", subraya un exiliado político que ha seguido de cerca los cambios en su país, desde 1979.
Terror y represión contra los periodistas
Desde hace treinta años que se ejerce la represión baasista, "los propios periodistas saben lo que hay que escribir. Una minoría apoya con todo el corazón a Saddam Hussein y al régimen. La mayoría lo padece. Tienen familia, hijos, no pudieron abandonar el país y viven con miedo", explica un periodista iraquí que vive en París. Hoy, Udai Saddam Hussein, el hijo mayor del Presidente, es el encargado de imponer el orden entre los periodistas. Sus métodos: la corrupción y el terror.
Saad El-Bazzaz, que ocupó puestos de responsabilidad en los medios de comunicación iraquíes hasta 1992, cuenta que era "extremadamente difícil ser periodista. Como la mayoría de mis colegas, yo sufría enormemente. Poníamos cara de enfermos para no escribir, o para ir a curarnos al extranjero". Recuerda a algunos de sus colegas que padecieron prisión y tortura en los años 90. Entre ellos, a Aziz Mohammed Jassim, colaborador a partir de 1979 de los periódicos Al-Kassidiya, Al-Ghad y Al-Thawra, que desapareció misteriosamente en 1991. Se ignora lo que le ocurrió. En cuanto a Dahoud Al-Farham, estuvo encarcelado varias veces en 2000 y 2001, por haber criticado la situación económica y la burocracia. Hachem Hasan, redactor jefe del diario Al-Thawra, fue acusado de "crítica indirecta" del régimen. Le detuvieron en 1999 cuando viajaba a Jordania, con intención de huir. Después de haber padecido torturas en la cárcel, fue puesto en libertad y se refugió en el Kurdistán iraquí. Hoy vive en Jordania.
Una de las particularidades de la represión de las autoridades iraquíes es que no se ejerce solamente sobre un individuo, sino sobre el conjunto de su familia y de su comunidad. El 24 de enero de 2002, la televisión iraquí emitió las imágenes de las caras aterrorizadas de la familia de Faiq Sheik Alí, abogado, escritor y periodista iraquí que vive en Londres. Pocas semanas antes, él había participado en un programa de gran audiencia, "Pareceres contrarios", en el canal Al-Jazira. Faiq Sheik Alí denunció entonces las violaciones de los derechos humanos, y los crímenes cometidos por el gobierno iraquí. Sus hermanos, su hermana y sus padres, fueron detenidos inmediatamente. Exhibidos por la televisión por satélite, le amenazaban con represalias. Su propia madre le anunció que renegaba de él, y que su hermana iba a pagar por su "falta", lo que significa que estaba amenazada de violación. Según algunas fuentes de Al-Jazira, Faisal Al-Qasem, el presentador del programa, también recibió amenazas de muerte para el caso de que continuara dando la palabra a los opositores iraquíes.
Para Saad El-Bazzaz, frente a esa represión violenta "los periodistas iraquíes han inventado maneras para murmurar las cosas". En la prensa iraquí se publican muchas poesías y cuentos y "en cada uno de ellos, los poetas no se olvidan nunca de meter el personaje de un carnicero. La verdad se encuentra en esas ficciones, más que en los artículos periodísticos". El alcance de esos actos de resistencia es muy limitado: solo las élites y los intelectuales del país descifran los mensajes, mientras que la mayoría de los iraquíes solo registra la marea propagandística de los medios de comunicación, totalmente interferidos.
"La prensa iraquí es monocromática", cuenta un periodista extranjero, de regreso de Bagdad. "No hay ninguna diferencia entre leer un periódico u otro". Pero son muchos los periódicos oficiales, lo que permite salvar las apariencias y dar trabajo a numerosos periodistas formados en los años 70, precisa una especialista de Irak. Sería inútil esperar encontrar más información en la televisión. Aunque existe desde 1957, el paisaje audiovisual iraquí es muy monótono. Se compone de cuatro canales controlados por el Estado. El canal nacional, Iraq Television, dedica una gran parte de su programación a los hechos y gestas del Presidente. Otro canal emite copias piratas de películas y culebrones egipcios, e incluso norteamericanos. El canal por satélite Iraq Satellite TV se inauguró en 1998. Finalmente, el canal Shabab TV (Televisión de la Juventud) forma parte de las novedades introducidas en los años 90 por el hijo de Saddam Hussein, Udai, en el terreno de los medios de comunicación. En efecto, el canal retransmite algunos programas emitidos por el canal qatarí Al-Jazira.
Udai, el hijo mayor de Saddam Hussein, "decano de los periodistas"
A partir de 1991, Udai Hussein ejerce un papel predominante en el control y la represión de los medios de comunicación. Famoso por sus excesos intempestivos y su brutalidad, Udai Saddam Hussein, el hijo podrido, nació en 1965. Algunos compañeros de clase han contado que, en la escuela, pasaba la mayor parte del tiempo dando órdenes a los profesores. En la universidad, sus guardaespaldas tenían la orden de confiscar los automóviles que eran más bonitos que el suyo. Víctima de un intento de atentado en 1996, que le dejó paralizado en parte, Udai Saddam Hussein tiene una merecida fama de bebedor de alcohol. El octubre de 1988, borracho y vociferante, asesinó a Hanna Gogo, el catador de su padre, durante una ceremonia oficial en la que participaba la mujer del presidente egipcio, Hosni Mubarak. Udai Hussein acusaba a Hanna Gogo de haber presentado a su padre a Shamira Shabandar que, en 1968, se convirtió en la segunda mujer de Saddam. Ya eran legión las historias sobre la mala conducta de Udai Hussein durante la guerra de Irán-Irak pero este último crimen hizo de él, a los ojos de los iraquíes, un dirigente cuya crueldad hay que temer, más aún que a la de su padre. Saddam Hussein reaccionó ante la cólera popular encarcelando a su hijo, y luego exiliándole durante cuatro meses en Suiza. La prensa se hizo eco de aquellos castigos. Más tarde, por intercesión de su madre Sajida, Udai Hussein fue autorizado a regresar a Irak y consiguió el perdón presidencial.
Elegido "unánimemente" en 1992 como presidente del Sindicato de Periodistas Iraquíes, se dedicó a modernizar los medios de comunicación oficiales y a rejuvenecer la propaganda del régimen. Los métodos utilizados por quien se hace llamar el "decano de los periodistas" hacen temblar. Presidente también del Comité Olímpico, dispone de una cámara de tortura en los locales de su comité, cuyos refinamientos han podido conocer varios periodistas. Al decir de Saad El-Bazzaz, "el sindicato era eficaz hasta los años 80, hasta que Udai hizo de él una pieza del aparato policial y una oficina de la censura bis". El sindicato tendría alrededor de dos mil miembros. La afiliación al sindicato, a pesar de no ser formalmente obligatoria, es "vivamente aconsejada". Una negativa podría acarrear sanciones. Esta organización permite vigilar de cerca de los periodistas, al tiempo que les reparte recompensas y privilegios. El Sindicato de Periodistas parece más activo que el propio Ministerio de Información, para transmitir a los periodistas las consignas editoriales. Según un exiliado iraquí en París, "Udai distribuye la lluvia y el buen tiempo en el terreno de los medios de comunicación, mucho más que Mohammed Said Assahaf (Ministro de Información iraquí)".
Además de presidir el Sindicato de Periodistas, el hijo de Saddam Hussein se ha convertido, en el espacio de diez años, en un magnate de los medios de comunicación. Supervisa o dirige una decena de semanarios, varios diarios, un canal de televisión y una radio que emite en FM. Pero su mayor logro es, sin duda, el lanzamiento del periódico Babel. Creado durante la Guerra del Golfo para apoyar la moral de las tropas, el diario se ha convertido en el más influyente del país. A finales de 2002, el precio de venta del periódico se rebajó a 250 dinares (alrededor de 0,12 dólares), para "permitir que pueda tenerlo en sus manos el mayor numero de personas". El último en aparecer de los periódicos oficiales vehicula una especie de discurso de oposición, en el interior del sistema. En él se encuentra una mayor cobertura de la actualidad internacional, vista a través del prisma de su propietario, que se permite abordar allí un determinado número de temas, normalmente prohibidos. Según un periodista iraquí exiliado en París, "Saddam Hussein necesitaba un periódico para enviar mensajes que no puede decir. Si, por ejemplo, Saddam Hussein quiere atacar a Siria, lo hace a través de Babel, y así se mantiene a salvo la amistad entre los hermanos árabes".
Según el libro "El hijo del Presidente me dijo", del periodista Hachem Hassan, frecuentemente Babel sirve para promocionar los objetivos políticos de Udai Hussein, y para ajustar cuentas con sus enemigos. Entre ellos figuran algunos miembros de la administración y del gobierno, en particular los ministros de Información, a los que le gusta contradecir y ridiculizar públicamente. Hachem Hassan relata como, en los años 90, Udai Hussein consiguió el cese del Ministro de Información Abd al-Ghani Abd al-Ghafur, al que llamaba "Abdu". Udai Hussein hizo que se publicara en Babel una información, completamente fabricada y atribuida a la Agencia France-Presse, según la cual el ministro "de espíritu esclerótico" se oponía a determinadas reformas, y no disponía de un nivel estudios suficiente para el puesto que ocupaba.
La libertad de tono de Babel solo refleja, en realidad, el poder que disfruta Udai Hussein. Del 20 de noviembre al 20 de diciembre de 2002, el Ministerio de Información suspendió el periódico, por orden del gabinete presidencial. "Saddam tenía miedo de que su hijo llegara demasiado lejos criticando a los jefes de Estado sirio y jordano, mientras que ellos apoyan la causa de Irak en Naciones Unidas", estima un periodista iraquí en el exilio. Según otro análisis, Babel habría desencadenado la cólera de Saddam Hussein al atacar a la comunidad chiíta (mayoritaria) del país. Cuando las amenazas norteamericanas se hacen cada vez más fuertes, Saddam Hussein intenta hacer olvidar a los chiítas la represión de que han sido víctimas desde 1979, para evitar que se repitan las rebeliones chiítas y kurdas de 1991. Este episodio demuestra que existe in fine un límite al poder de Udai Hussein sobre los medios de comunicación: el que pone su padre.
La población iraquí tiene limitado el acceso a la información
Por tanto, el acceso de la población iraquí a la información solo pasa de forma muy marginal por los medios de comunicación oficiales que, por ejemplo, no se hicieron eco de la vuelta de los inspectores Hans Blix y Mohammed El-Baradei al país, el 18 de noviembre de 2002. En 1993-1994, el régimen prohibió la instalación de antenas parabólicas a los particulares. Sin embargo, una minoría de personas en Bagdad ha instalado antenas parabólicas, de fabricación artesanal. Están colocadas al amparo de las miradas, tras un depósito de agua en el tejado o en el fondo del jardín, lo que permite que algunas familias puedan ver, a escondidas, Al-Jazira y los canales occidentales. "Los servicios de seguridad les dejaban tranquilos, no es que se hubieran vuelto respetuosos con los derechos de los ciudadanos sino que, en aquel momento, tenían otras prioridades que cazar las antenas parabólicas", cuenta un periodista en el exilio. Sin embargo, en noviembre de 2002, Saddam Hussein retiró la prohibición de poseer antenas parabólicas. En un discurso leído por un presentador en la televisión iraquí, invocaba justificaciones religiosas y añadía que "publicar la opinión de otros (...) cuando están en las filas enemigas, y no en las de los amigos, es un sabotaje". Solo los medios de comunicación extranjeros, las embajadas y los altos dirigentes del régimen, están autorizados para utilizar antenas parabólicas en Irak.
El acceso a Internet y a los mensajes electrónicos, introducido tardíamente en 1999, solo es posible a través del servidor gubernamental y en la treintena de centros de Internet, a través del país. Las autoridades vigilan esos cibercafés y, sobre todo, intentan controlar las informaciones que salen del país. Está prohibido el acceso a sitios como Hotmail, y conectarse al correo personal puede ser castigado con multas. Las molestias administrativas y las tarifas prohibitivas prohiben, de hecho, el acceso a Internet a la mayoría, y disuaden a cualquiera que pretenda disponer de Internet a domicilio.
Sin embargo, según Saad El-Bazzaz la población iraquí no está totalmente separada del mundo. "Ese era efectivamente el caso, hace diez años, cuando la población sólo tenía acceso a los rumores que el régimen dejaba filtrar. Pero hoy ya no es cierto. Las personas tienen pequeños transistores, con los que pueden escuchar los programas en árabe de Radio Monte-Carlo y de la BBC. Se esconden para oír la radio, pero el régimen nunca ha podido prohibir completamente los transistores. Grosso modo, los iraquíes saben lo que pasa en el mundo. En cambio, no tienen ningún medio para expresar lo que piensan". También son cada vez más numerosos los que escuchan Radio Sawa ("Conjunto" en árabe), cuya programación musical ha conseguido un franco éxito. La información, ausente al principio, ha ido apareciendo progresivamente en las ondas de la radio, financiada por el gobierno norteamericano, y entre cuyas cargas se encuentra la obligación de conceder un tiempo de palabra a los oficiales norteamericanos. Esta nueva emisora reemplazó, en marzo de 2002, a La Voz de América en Oriente Medio. Para que se pueda escuchar a la vez en el Golfo, en Egipto y en Irak, los norteamericanos han construido gigantescos emisores en Chipre, Kuwait y pronto en Djibuti. Mientras que la mayor parte de los oyentes de los países árabes escuchan esta radio por su música, los iraquíes rebuscan en ella también las informaciones.
Particularidad notoria: la prensa es abundante en el Kurdistán iraquí. En un territorio del tamaño de Suiza, existen una miríada de periódicos y revistas, dos canales de televisión por satélite, una veintena de televisiones locales y una decena de emisoras de radio. Aunque esos medios de comunicación disfrutan de una libertad real, desconocida en Irak, se trata de una prensa militante, financiada por los partidos políticos.
La prensa en el exilio refleja las divisiones de la oposición iraquí
La prensa iraquí en el exilio está disparatada y políticamente dividida, a imagen de la oposición iraquí. Existen una veintena de periódicos, en ocasiones de aparición irregular, y algunos canales de radio y de televisión. La mayoría de esa prensa está radicada en Londres, pero no sólo. En Estados Unidos, en Europa y en Siria, se publican medios de comunicación de la oposición, financiados por algunos regímenes árabes adversarios de Irak, por Irán y por Estados Unidos.
En mayo de 2002 cesó de emitir la televisión Liberty TV del Consejo Nacional Iraquí (CNI), que reúne a los principales partidos de la oposición en el exilio. Los créditos aprobados por el Congreso norteamericano no les llegaban desde el mes de febrero. Liberty TV, creada en septiembre de 2001 con ayuda de Washington, y difundida desde algunos países occidentales, emitía en Irak, en Oriente Próximo, en Europa, y en algunos países de Africa y Asia.
Uno de los periódicos más importantes y mejor establecidos económicamente es el diario Azzaman (El Tiempo), fundado en 1996 por Saad El-Bazzaz, que hoy es su redactor jefe. "Cuando todavía estaba en Irak, escribí un libro sobre la invasión de Kuwait, titulado "La guerra del Golpe y la de después". Cuando se publicó el libro, a finales de 1992, yo me encontraba en Jordania. Habíaorganizado todo para que pudieran huir mi mujer y mis hijos, y desertamos. Después, ya nunca he vuelto a Irak. El régimen me condenó a muerte por contumacia, me privó de todos mis derechos cívicos, incluida mi nacionalidad iraquí", explica Saad El-Bazzaz, que asegura haber sido objeto de dos intentos de asesinato, por parte del régimen, pero que ahora ya no teme expresarse a cara descubierta.
La redacción -una treintena de personas-, instalada en el suburbio oeste de Londres, está constituida mayoritariamente por iraquíes que abandonaron el país en los años 90. El periódico presta particular atención a la actualidad iraquí, pero comparte las dudas en cuanto a la fiabilidad de sus informaciones. A la pregunta de si la prensa en el exilio prepara la renovación de la prensa iraquí, Saad El-Bazzaz da una respuesta matizada: "Si y no. Desgraciadamente, los periódicos en el exilio no son radicalmente diferentes de la prensa oficial de Irak, y en ellos se encuentra el mismo estilo totalitario. Cada cual expresa un único punto de vista, al tiempo que descalifica a las demás opiniones para que puedan entrar en el juego. Lo mismo que Udai controla la prensa en Bagdad, algunos mini-Udai controlan la prensa en el exilio."
Vigilados algunos periodistas extranjeros
Cuando la crisis iraquí centra la atención de los medios de comunicación de todo el mundo, el trabajo en Irak de los periodistas extranjeros está muy enmarcado. A los periodistas se les vigila y sus desplazamientos, fuera de Bagdad, debe autorizarlos por escrito el Ministerio de Información. Además, el sistema policial, que impone el miedo y el silencio a la población, hace particularmente delicada la recogida de informaciones.
El primer medio de presión de que dispone el régimen iraquí es la concesión de un visado, para viajar al país. Cuando el régimen intenta hacerse publicidad, a los periodistas extranjeros se les conceden los visados sin problemas. Así, las autoridades de Bagdad concedieron cerca de 500 visados de una semana, para que los medios de comunicación internacionales pudieran cubrir el referendum presidencial del 15 de octubre de 2002. A los periodistas se les permitió incluso que se quedaran una semana más. El resto del tiempo, los periodistas se ven sometidos a las molestias administrativas y a la arbitrariedad de las autoridades iraquíes. La petición de un visado, planteada por Reporteros Sin Fronteras a principios de enero de 2003, obtuvo una única respuesta, oficiosa: "Cuando necesitemos periodistas extranjeros en Bagdad, usted tendrá el visado".
Porque la obtención de un visado, en debida forma, es un paso obligado para los periodistas, como pone de manifiesto la desventura de un reportero indonesio. El 3 de febrero de 2003, Mohammed Dahlan, periodista del diario Surya, con sede en Surabaya, fue detenido durante un corto espacio de tiempo por unos guardias iraquíes, antes de ser devuelto a Jordania. La embajada indonesia en Amman confirmó que el periodista entró en Irak sin disponer de un visado, ni de los documentos requeridos para un periodista extranjero. Según el diario Surya, al periodista le acusaron de intento de espionaje, que puede ser castigado con la pena de muerte.
Desde hace algunos meses, cada vez más periodistas de todo el mundo viajan a Amman (Jordania), con la esperanza de conseguir el derecho a entrar legalmente en Irak. La espera es larga y frecuentemente vana, como le ocurrió a ese periodista occidental que decidió regresar con las manos vacías, después de permanecer diez días en el lugar: "Yo pensaba que sería más fácil conseguir un visado en Amman, pero parece que no se sigue ninguna lógica clara en estas cuestiones". El agregado de prensa de la embajada de Irak en Amman, Jawad al-Alí, pide a los medios de comunicación que dirijan su petición por escrito directamente al Ministerio de Información iraquí, en Bagdad. Si la demanda de visado se acepta, le será entregada por la embajada de Amman. Según Jawad al-Alí, la embajada expide diariamente doce o trece visados a periodistas extranjeros, "sin discriminaciones", una vez que recibe la autorización del ministerio en Bagdad. Estimó en cerca de 350 el número de periodistas presentes en la capital iraquí, en enero de 2003.
Tampoco la obtención de un visado significa el final de los problemas. Una vez en el lugar, está prohibido filmar imágenes de edificios oficiales, abordar todos los temas delicados y hablar de política. Un ex director de la oficina de Oriente Medio de la Agencia France-Presse recuerda que siempre fue difícil trabajar en Irak, como en la mayoría de los países del Medio Oriente. "Es un país enclavado al que se llega menos fácilmente que a Siria, por ejemplo. Y, sobre todo, es un país que siempre ha estado muy controlado. Entre otras cosas, estaba prohibido salir de Bagdad, sin autorización. Las autoridades iraquíes consideraban a nuestro corresponsal como un funcionario del ministerio francés de Asuntos Exteriores, y resultaba casi imposible desengañarles. Los periodistas nacionales que trabajan para medios de comunicación extranjeros se encuentran en una situación peligrosa. Para una agencia de prensa, eso significa tener que prestar atención a las informaciones que envían. No se puede reescribir la crónica de un corresponsal nacional. Porque eso, podría hacerle correr grandes riesgos".
Las instalaciones de las agencias internacionales de prensa y de los medios de comunicación extranjeros, para la transmisión de sus reportajes, están ubicadas en los edificios del Ministerio de Información iraquí. Los periodistas extranjeros van acompañados de un "murafek" (carabina, en árabe), que es a la vez chófer, traductor y censor. Ese guía oficial, puesto a disposición de los periodistas extranjeros por el Ministerio de Información, disuade de hablar libremente a los iraquíes entrevistados, e invita a los periodistas a filmar esto, o a no filmar aquello. Para imponer restricciones a los periodistas extranjeros, se esgrime siempre la amenaza de prohibirles trabajar, o de expulsión, a semejanza de las intimidaciones de que fue objeto el canal norteamericano CNN.
A comienzos de octubre de 2002, un equipo de la CNN desembarcó en el norte de Irak, en el Kurdistán que se encuentra bajo la protección de Naciones Unidas. Para entrar en esa zona, que escapa al control de Bagdad, los periodistas atravesaron el Tigris en barca, en las mismas barbas de los guardias iraquíes apostados en la colina que separa Kurdistán de Irak, y tuvieron la idea de enviar, en imágenes, el relato de la travesía. La respuesta de Bagdad, que tomó la iniciativa como una afrenta, no se hizo esperar. El 25 de octubre, Irak anunció su decisión de expulsar a seis periodistas del canal CNN, entre ellos a la directora de la oficina en Bagdad, Jane Arraf. Les dieron hasta el 28 de octubre, para que abandonaran el país. La señora Arraf, de nacionalidad canadiense, es la única corresponsal occidental con sede en Bagdad, donde el canal dispone de una oficina, desde hace doce años. El 26 de octubre, el Ministerio de Información iraquí desmintió la inminente expulsión de los periodistas. Provisto de buenas intenciones, Bagdad anunció que se esperaba a un grupo de periodistas extranjeros para la Feria Internacional de Bagdad (del 1 al 10 de noviembre).
Tras este incidente, los visados se distribuyen con cuentagotas, y para una duración que no exceda de diez días. Según el Ministerio de Información, la decisión se justifica por el hecho de que el centro de prensa de Bagdad no puede recibir más que a un número limitado de periodistas, cada vez. Hay otra explicación que podría ser la causa de las amenazas contra la CNN. En efecto, las autoridades iraquíes se habían quejado de la cobertura que hizo el canal norteamericano de una de las escasas manifestaciones en Bagdad, el 22 de octubre, cuando algunas decenas de iraquíes pedían información de sus allegados, tras la amnistía general decretada por el presidente Saddam Hussein. En el reportaje, se filmó a unos "murafek" del Ministerio de Información, cuando intentaban impedir que los periodistas del canal entrevistaran a algunos manifestantes.
En julio de 2002, al corresponsal del canal Al-Jazira en Irak, Diar Al-Umari, le prohibieron trabajar durante diez días. La prohibición, finalmente rebajada a cuatro días, procedía del Ministerio de Información iraquí. Se acusaba al canal qatarí de emplear la expresión "partido en el poder" para referirse al partido Baas, en lugar de la terminología oficial "partido socialista árabe". Como respuesta a esta prohibición de trabajo, la dirección de Al-Jazira decidió cerrar temporalmente su oficina en Bagdad. Como las autoridades iraquíes no pueden prescindir de la amplia audiencia del canal en los países árabes, anularon su decisión el 24 de julio.
Sin embargo, las autoridades de Bagdad, preocupadas por ganar para su causa a las opiniones públicas árabes, se sienten mejor dispuestas con los periodistas árabes, que trabajan con mayor libertad en el país, que con los periodistas occidentales. Pero esos intereses estratégicos, y ese favoritismo para con los medios de comunicación de los "países amigos", no explican todo. Los periodistas árabes también están mejor armados que los periodistas no arabófonos para librarse de la vigilancia y la interferencia del "murafek". Si a cualquier periodista arabófono le ofrecen uno a su llegada, puede rechazarlo alegando su autonomía, y el Ministerio de Información no insiste.
Conclusión
El control de los medios de comunicación iraquíes, instalado desde 1958, cambió en 1979 a una represión sangrienta contra el conjunto de los periodistas. Incluso contra los periodistas leales a Saddam Hussein y al régimen baasista, que han tenido que sufrir el encarcelamiento y la tortura...Algunos de ellos desaparecieron misteriosamente, lo que ha contribuido a instaurar, entre los profesionales de los medios de comunicación, un clima de temor y de servilismo. La libertad de los periódicos, prometedora a principios de siglo, ha desaparecido totalmente. Hoy, su papel consiste solo en reproducir el discurso oficial de una dictadura de tipo estalinista. Incluso el diario Babel, cuya pretendida libertad de tono pudo ilusionar durante un tiempo, no consigue disimular la represión que padecen los medios de comunicación iraquíes, desde hace treinta años.
En cuanto a los periodistas extranjeros, las trabas a su trabajo y las presiones de que son objeto no han llegado, hasta el momento, a las amenazas físicas. En cambio, en el Kurdistán iraquí, que escapa al control de Bagdad, se ha producido un primer incidente. El 30 de enero de 2003, una decena de periodistas norteamericanos se vieron amenazados por el grupo Ansar Al-Islam, una organización extremista relacionada con Al-Qaeda. El gobierno norteamericano se refiere a ese grupo terrorista, que controla un pequeño territorio del Kurdistán iraquí en la frontera iraní, para demostrar la existencia de relaciones entre el régimen iraquí y la red Al-Qaeda. Unos combatientes de la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK) tuvieron que evacuar a los periodistas norteamericanos, de su hotel en Suleimaniyah.