La primera biblioteca independiente de barrio vio la luz en 1998. Actualmente hay cerca de sesenta bibliotecas de ese tipo, cuyo objetivo es el préstamo gratuito de autores, Milan Kundera por ejemplo, considerados "indeseables" en los anaqueles de los establecimientos oficiales.
Por Ricardo González Alfonso
La primera biblioteca independiente de barrio vio la luz en 1998. Actualmente hay cerca de sesenta bibliotecas de ese tipo, cuyo objetivo es el préstamo gratuito de autores, Milan Kundera por ejemplo, considerados "indeseables" en los anaqueles de los establecimientos oficiales.
Cuando en febrero del 1998 Fidel Castro expresó en la Feria International del Libro de La Habana : " En Cuba, no hay libros prohibidos, sino que faltan recursos para adquirirlos ", sembró, sin saberlo y a su pesar, una semilla de que nació un arbol y luego un bosque. Al escuchar al gobernante cubano, Ramón Humberto Colás dijo a su esposa Berta Mexidor Vásquez: " Si es así, presteremos a la gente los libros que no puedan leer en las bibliotecas ".
Poco después, el 3 de marzo de eso año, en la ciudad oriental de Las Tunas, Ramón (un psicólogo) y Berta (una profesora) fundaron con su colección particular la primera biblioteca libre del control del Estado, la " Félix Varela ". Desde entonces, el matrimonio se dedicó a esparcir la idea de crear bibliotecas independiantes a fin de prestar libros gratis al vecindario.
En Cuba, el libro es algo sagrado. En 1961, el gobierno revolucionario organizó una campaña de alfabetización para que aprendieran a leer y a escribir unas 700 000 personas. El índice de analfabetismo se redujo al 3%, uno de los más bajos del mundo. En cada pedacito del país existe una biblioteca : una en cada escuela de primera y de segunda enseñanza, en cada universidad, municipio y provincia, sin olvidar la Biblioteca Nacional José Martí de La Habana.
Sí, en esta isla de paradigmas y paradojas, el libro es algo sagrado, tanto que leer a autores como Milan Kundera, Mario Vargas Llosa, Guillermo Cabrera Infante u Octavio Paz, entre otros, es un sacrilegio.
El Proyecto de Bibliotecas Independientes de Cuba (PBIC) lo integran en la actualidad 62 pequeñas instalaciones diseminadas por 10 de las 14 provincias cubanas. Une docena de ellas se encuentran en La Habana. Prestan todo tipo de libros, siempre que no promuevan la descriminación racial y la violencia. Suelen acudir disidentes, así como gente de pueblo que vencen la barrera del miedo y, a veces, hasta algún militante del Partido Comunista.
A hombres audaces, gobernantes sordos. Desalojos, obras literarias y pictóricas incautadas o retenidas, así como arrestos, interrogatorios y amenazas son algunas de las medidas tomadas para erradicar este trasiego de libros libres. Al matrimonio Colás-Mexidor, las autoridades lo expulsaron de la vivienda donde residían por ser un " medio básico del Estado " (logement de fonction). Lo reubicaron en un poblado militar. La pareja optó por vivir en la casa de unos familiares.
Muchos simpatizantes del PBIC residantes en el extranjero mandan libros y revistas a los bibliotecarios no gubernamentales. En ocasiones, estos envíos son interceptados y decomisados. Así ocurrió el 5 mayo del 2000 con la biblioteca " Fernando Ortiz " : incautaron 11 libros y 6 revistas que se enviaron a través del servicio DHL.
El 4 de julio, la Seguridad del Estado arrestó e interrogó durante 8 horas a Rubén Camallery Alvarez, director de la biblioteca Vaclav Havel. Los agentes le dijeron : " Toleramos las bibliotecas independientes mientras no atentan contra la situación coyuntural del país " (sic). Le advirtieron que se estuviera tranquilo. Camallery Alvarez se encuentra ahora en el exilio.
El 6 de julio, la policía política retuvo 10 obras del pintor cubano Raymundo García, quien vive en los Estádos Unidos. Los cuadros iban a ser expuestos en la biblioteca libre " Grito de Baire ". Las pinturas las devolvieron dos semanas después.
Son solamente cuatro ejemplos.
En mayo fue la premación en la biblioteca independiente Jorge Mañach de un concurso literario convocado por la dirección del PBIC. Se organizan también recitales de poesía y debates. "¿A qué se debe el éxito de los bibliotecas independientes?", preguntó un periodista extranjero en una ocasión. "A la libertad para leer, opinar o rechazar", fue la respuesta.
El bosque ya está plantado y, como en Macbeth, avanza.