La prensa oficial cubana - la única accesible a los habitantes de la isla - cubrió, sin hacer mucho énfasis, la caída de la última dictadura nacional-comunista de Europa, descrita como resultado de un "complot" occidental.
Por Jorge Olivera Castillo
La prensa oficial cubana - la única accesible a los habitantes de la isla - cubrió, sin hacer mucho énfasis, la caída de la última dictadura nacional-comunista de Europa, descrita como resultado de un "complot" occidental.
La caída del ex presidente de Yugoslavia, Slobodan Milosevic, no fue aceptada de buen grado por la prensa oficial cubana que se dedicó a desacreditar a la oposición yugoslava, antes de la visita del canciller yugoslavo a Cuba en el mes de agosto. La semana pasada, los medios impresos de circulación nacional se inclinaron por una discreta aceptación de los sucesos y del reconocimiento por parte del Tribunal Constitucional de Yugoslavia de la victoria del " opositor " Vojislav Kostunica.
La afinidad entre Milosevic y el presidente cubano Fidel Castro ha quedado al descubierto en los enfoques periodísticos que abordaron con un grado sustancial de parcialismo el clima yugoslavo. El lunes 3 de octubre, el diario Granma (órgano oficial del comité central del Partido Comunista) publicó : " La situación se ha tornado crítica en Yugoslavia ante la disparidad de interpretación (de los resultados) y los países de la OTAN– que agredieron con bombardeos de todo tipo a Yugoslavia por más de dos meses - prácticamente han dado por buena la victoria de Kostunica y presionan a Milosevic para que renuncie ".
Bajo la cobertura de las elecciones, los despachos noticiosos se demarcaron de la objectividad en la perspectiva de confundir a la opinión publica cubana y situar a la Unión Europea, los Estados Unidos y la OTAN como patrocinadores de una conspiración. " La República Federal arde, por obra y gracia de un conflicto interno avivado desde fuera " publicó el 6 de octubre el diario Juventud Rebelde. " La oposición recibió unos 30 millones de dólares, en " generoso " ademán de Occidente. Y la intensa campaña contra un gobierno que se le atragantaba a quienes abogaban por una Serbia alineada a los interes de los países más ricos. "
El mismo diario resaltó el papel de Moscú : " Rusia daba la nota prudente, la que entonó en todo instante. Se inclinó por las segundas vueltas, luego por nuevos comicios, por la constitucionalidad. Se pronunció contra la injerencia en los asuntos internos de Belgrado. Una voz en el desierto ". Granma añadió el mismo dia : " El canciller ruso, Igor Ivanov, insistió en que Milosevic, como líder del partido más importante, el Socialismo Serbio, quiere continuar teniendo un papel en la vida política de Yugoslavia. Como respuesta a estas declaraciones, Estados Unidos rechazó la hipótesis de confiar cualquier papel a Milosevic dentro de Yugoslavia ". En la prensa cubana, no hubo referencias a la limpieza étnica que involucró decisiones de Milosevic.
El antiguo secretario general de la OTAN, Javier Solana, también ha ocupado un espacio estelar en la mayoria de los comentarios para encasillarlo en el estatus de " criminal de guerra " al autorizar los bombardeos a Yugoslavia.
Toda la precipitación de los hechos como las incontrastables evidencias de un Belgrado anti Milosevic menoscabaron la agenda de los órganos de prensa nacionales habituados a sesgar acontecimientos si no se ajustan al dogma del Partido Comunista. Sin embargo, fue imposible negar la caída de Milosevic, y la de una forma de régimen casi extinguido en el planeta.