Internet cortado, periódicos cerrados, los periodistas extranjeros vigilados: la Junta Militar intenta conseguir que todo suceda a puerta cerrada
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Mientras continúa la represión de la manifestación, la Junta Militar ha acentuado su estrategia de aislamiento de Birmania, intentando reproducir un escenario parecido al de las masacres de 1988, cuando los testimonios tardaron tiempo en llegar.
"Hay que ayudar con urgencia a los periodistas birmanos y extranjeros para que puedan continuar cumpliendo con su deber informativo. Este régimen criminal, como pone de manifiesto el asesinato del reportero de vídeo japonés, intenta por todos los medios crear una situación de puertas cerradas. Se está acelerando la represión, que va acompañada de decenas de muertes y de cientos, e incluso miles, de detenciones, pero el flujo de la información podría secarse. Le corresponde a la comunidad internacional movilizarse para impedir que se produzca un black-out informativo", han manifestado Reporteros sin Fronteras y la Burma Media Association.
El 28 de septiembre, a las 11 hora local, el gobierno ha cortado Internet, aislando todavía un poco más al país. El principal proveedor de acceso, que depende del Ministerio de las Tecnologías, ha intentado justificar el corte diciendo que se trata de un problema técnico del cable submarino. Según la agencia Reuters, ya no responde el standard del principal proveedor de acceso. Todas las personas preguntadas por las dos organizaciones han calificado de "ridícula" la excusa oficial.
Han cerrado todos los cafés de Internet y los militares están dando caza a los periodistas extranjeros que continúan trabajando sobre el terreno. Al menos uno de ellos se ha visto obligado a refugiarse en una embajada, o entrar en una semiclandestinidad.
El flujo informativo se está reduciendo considerablemente desde hace dos días. En el sistema de intercambio de imágenes internacionales EVN ya casi no se encuentran las imágenes necesarias para abastecer a los canales internacionales.
Algunos periodistas de Rangún han explicado que resulta prácticamente imposible acceder al centro de la ciudad. Algunos de ellos han presenciado numerosas detenciones y actos de violencia contra civiles. Siempre según esos testimonios, todavía quedan muchos grupos de manifestantes.
Por otra parte, se ha confirmado que varias publicaciones birmanas, y entre ellas las de los grupos de prensa Eleven Media y Pyi Myanmar, han cerrado tras negarse a publicar artículos de propaganda. Los responsables han explicado que el público no tendría ningún interés en comprar unas publicaciones que no hablaran de las manifestaciones. Ambas organizaciones aplauden su valor frente a los diktats del régimen militar.
Por su parte, el Myanmar Times, dirigido entre otros por un australiano, ha decidido continuar publicando, a pesar de las órdenes del régimen. En la portada del sitio del periódico en inglés se puede ver la imagen de un fotógrafo en un paisaje bucólico. Sin una palabra sobre las sangrientas manifestaciones.
Aunque está prohibido, son muchos los habitantes que utilizan antenas parabólicas para ver los canales internacionales. "Todo el mundo está volcado en las radios internacionales en birmano, y en los canales extranjeros. Por eso el régimen ataca en sus medios a esas radios internacionales. Es vergonzoso", ha explicado un periodista de Rangún. Los medios gubernamentales, y especialmente el canal MRTV-3, han acusado a la BBC y la VOA de ser "destructivas" a sueldo a potencias extranjeras.
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20.01.2016