Disturbios críticos en Estados Unidos y Chile; Brasil se desploma por la inseguridad
La ola de protestas mundial del año 2011 también atravesó el Nuevo Mundo. Ésta, hizo descender en la clasificación a Estados Unidos (47º lugar) y a Chile (80º), que perdieron 27 y 47 posiciones, respectivamente. En estos países los periodistas pagaron su cuota por la represión –o los disturbios– de los movimientos de protesta. En Estados Unidos más de 25 periodistas padecieron durante dos meses detenciones y la brutalidad de una policía pronta a inculparlos por “mala conducta” (“disorderly conduct”), “alteración del orden público” (“public intoxication”), incluso ¡falta de acreditación! En Chile –donde la revuelta estudiantil también cuestionó la extrema concentración de los medios de comunicación–, a la violencia contra los periodistas se sumaron atentados contra redacciones, ataques físicos y en línea. Mucha de esta violencia se debió a los abusos de carabineros, que rara vez fueron sancionados, y quienes también cometieron brutales detenciones y destruyeron material de periodistas.
Continuando con el sur, Argentina mantiene un buen sitio (47º). Mas el año 2011 será recordado por los claros retrocesos de dos países: Brasil (que descendió 41 lugares y ahora ocupa el 99º) y Paraguay (bajó 26, ocupa el 80º). Esta vez, la inseguridad es la razón de tal evolución. En el norte y noreste brasileños, así como en las regiones fronterizas paraguayas, es peligroso tratar temas como la corrupción local, las actividades del crimen organizado y los ataques al medio ambiente, tanto para los periodistas como para los blogueros. Tres de ellos perdieron la vida en Brasil en 2011. Si bien el gigante sudamericano demuestra sus esfuerzos en la lucha contra la impunidad, la justicia se aplica de forma desigual, según las regiones y los estados, y se encuentra sujeta a fuertes presiones políticas. La misma situación se vive en Paraguay, en donde un periodista fue asesinado y el gremio periodístico denuncia la falta de una ley de acceso a la información pública; su gran vecino recientemente adoptó una.
El balance humano de Brasil es comparable al de Perú (115º), donde también fueron asesinados tres periodistas. País conocido por las frecuentes agresiones contra la prensa, Perú también se distingue por la multiplicación de procesos penales por “difamación” o “injuria”. El periodista audiovisual Paul Garay Ramírez pagó sus denuncias con seis meses de detención, entre abril y octubre de 2011.
Hostigamiento judicial, difícil equilibrio pluralista, polarización y agresiones frecuentes caracterizan aún el clima de Ecuador (104º) y de Bolivia (108º), que conservaron las mismas posiciones. Esta situación es todavía más marcada en Venezuela, que sin embargo ascendió algunos lugares (16, ahora ocupa el 117º).
Con el asesinato de un periodista, relacionado directamente con su profesión, Colombia (143º) sigue en los abismos de la clasificación debido a la persistencia de las amenazas, los exilios y las suspensiones laborales forzadas, en particular de periodistas provenientes de zonas en conflicto. Pese a los avances judiciales, el país aún no ha saldado sus años de guerra ni las oscuras prácticas –espionaje, sabotajes, campañas de descrédito– del antiguo Departamento Administrativo de Seguridad (DAS).
Contrastes en el centro
En Panamá se lamenta el asesinato del director de una radio. El retroceso del país (descendió 32 lugares, ocupa el 113º) también se debe a la expulsión de dos periodistas españoles solidarios con las comunidades indígenas que se enfrentan a los intereses territoriales de la industria minera. Reina un clima execrable entre el gobierno de Ricardo Martinelli y una amplia franja del gremio, acompañado de campañas de descrédito personal.
En Guatemala, país mal clasificado por su inseguridad, por una censura tenaz y por un pluralismo insuficiente (descendió 20 lugares, ahora ocupa el 97º), este año fue detenido un periodista sin que existieran pruebas. En el mismo nivel se encuentra República Dominicana (95º), que estuvo de duelo por la muerte de un periodista, asesinado poco después de que estuviera algunos días en detención preventiva por “difamación”. Por otra parte, se han denunciado frecuentes abusos policíacos en el país. En el vecino Haití (52º), que lentamente se recupera del terremoto del 12 de enero de 2010, las tensiones políticas registradas la víspera de la investidura de Michel Martelly, el 14 de mayo, afortunadamente no sobrepasaron el nivel crítico respecto a la seguridad de los periodistas.
Asimismo, en Nicaragua (ganó 11 lugares, ocupa el 72º), la polarización vivida antes de la reelección de Daniel Ortega a la presidencia, en noviembre, al final no afectó mucho el trabajo de los periodistas y su libertad de movimiento. Pese a serios casos de amenazas, el país subió varios lugares, al igual que El Salvador (ascendió 14, ocupa el 37º), en el que se registró un bajo número de agresiones. Costa Rica (19º) llegó este año al primer rango de los países latinoamericanos, posición que tradicionalmente se disputaba con Uruguay (32º).
El contraste más fuerte se da en América Central. Honduras (135º) sigue estancado al final de la lista desde el golpe de Estado de junio de 2009. Los cinco periodistas asesinados en 2011 –en tres de los casos el crimen está relacionado directamente con su profesión– y las persecuciones sistemáticas contra los medios de comunicación de oposición y las radios comunitarias, ratifican su siniestra reputación como el país más peligroso del continente para la prensa, justo después de México. Este país continúa su descenso (perdió 13 lugares, ocupa el 149º), en el trágico contexto de la ofensiva federal contra el narcotráfico, que ha dejado 50.000 muertos en cinco años. Cinco periodistas fueron asesinados en él. Además, ahora se registran crímenes y represalias contra los internautas que desafían la violencia del ambiente.
En el último lugar del continente se encuentra Cuba (167º), que aún no ha accedido a la apertura en materia de libertades públicas y de derechos humanos que se esperaba tras la liberación del último periodista disidente que se encontraba encarcelado, el 8 de marzo de 2011, después de la de sus colegas víctimas de la “Primavera Negra”. Represión y breves detenciones amenazan aún a periodistas y blogueros que franquean del control del Estado.
Después de Canadá –que vuelve a estar a la cabeza en la clasificación del continente (ascendió 11 lugares, ocupa el 10º)–, Jamaica (16º) y sobre todo Surinam (subió 13 lugares, ocupa el 22º) y los siete países que integran la Organización de Estados del Caribe Oriental (OECS, 32 lugares arriba, ocupan el 25º), registran progresos justificados porque prácticamente no se han registrado hechos violentos u obstaculizaciones serias a la libertad de informar. Otra sorpresa, pero en sentido inverso, es la de Trinidad y Tobago (descendió 20 lugares, ocupa el 50º), país marcado por un escándalo de espionaje de periodistas, maniobras de boicot contra medios de comunicación audiovisuales y abusos de procesos legales. Guyana (58º), donde el Estado aún tiene el monopolio de la radio, conoce una situación similar y permanece en la misma posición.
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