Afganistán: los talibanes muestran su verdadero rostro a los periodistas
El aumento de las detenciones y el uso de la violencia contra los periodistas en Afganistán durante los últimos días, señala un giro alarmante en el comportamiento de los talibanes hacia la prensa. A menos que demuestren rápidamente lo contrario, según RSF, los talibanes se están desenmascarando.
Periodistas afganos perseguidos con cables, detenidos, golpeados por los talibanes… Algunos han sufrido atrocidades calificadas como tratos crueles inhumanos y degradantes. Desde el comienzo de la semana, los incidentes han aumentado tanto en Kabul, como en varias ciudades de provincias.
“Menos de un mes después de tomar el poder, los talibanes parecen estar quitándose sus máscaras”, declara el secretario general de RSF, Christophe Deloire. “Esta represión de los medios de comunicación se ha producido inmediatamente después del anuncio del nuevo gobierno. ¿Qué queda de los compromisos talibanes de respetar la libertad de prensa y proteger a los periodistas? La única manera de que los talibanes demuestren que sus promesas valen algo es llevar sin demora a los autores de esta violencia ante la justicia, y evitar que se sigan violando los derechos fundamentales de los periodistas”.
Los talibanes han actuado con más violencia contra los periodistas en la capital, donde la última protesta de mujeres fue declarada ilegal tres horas después de su dispersión, el 8 de septiembre.
Entre las víctimas se encuentran Taqi Daryabi y Nematullah Naqdi, que trabajan como fotógrafos y camarógrafos para el diario Etilaat Roz (“Newsday”). Fueron detenidos mientras cubrían la protesta de las mujeres en Kabul y, tras su llegada a una comisaría de la zona, fueron separados, golpeados y azotados con cables.
Tres periodistas de Etilaat Roz acudieron a la comisaría para pedir su liberación y también fueron detenidos. “Mis colegas quieren saber qué ha sido de las personas que les torturaron, y quieren que se haga justicia”, declara el director de Etilaat Roz, Zaki Daryabi, 48 horas después.
Los periodistas extranjeros -que hasta el momento continuaban trabajando y eran tolerados – también están siendo acosados. El fotógrafo de Los Angeles Times, Marcus Yam, explicó a través de Twitter que se le había impedido cubrir la protesta con el argumento de que “está prohibido en el Islam hacer fotos de mujeres”.
A otra fotógrafa extranjera le confiscaron el equipo dos veces en dos días y medio. La primera vez fue mientras regresaba de hacer un reportaje en la región de Panjshir. La segunda vez, se encontraba en el lugar donde se acababa de dispersar la protesta de las mujeres. Un reportero extranjero que estaba con ella fue golpeado con una tubería y después detenido. Dos horas después fue liberado.
“Han empezado a intentar asustarte”, explica una periodista francesa. “Te enseñan cámaras rotas y te dicen: ‘Si te volvemos a ver en una manifestación, tu cámara acabará así'”.
Ya sean extranjeros o afganos, todos los periodistas temen ahora ser detenidos y registrados en los puestos de control instalados en casi toda la capital. También se han rastreado cortes de Internet en los barrios donde se han producido las protestas.
Los informes de que los talibanes planean imponer nuevas reglas a las comunicaciones digitales y controlar los chats de las redes sociales y aplicaciones como WhatsApp, también alimentan la preocupación de los periodistas, cuya libertad para operar se reduce día a día.
Afganistán ocupa el puesto 122 de 180 países en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2021 que RSF publicó en abril.