Tres años después de la “primavera negra” de marzo de 2003, Reporteros sin Fronteras, en un nuevo informe de investigación, hace un balance de la prensa cubana independiente. El periodismo no oficial continúa despertando vocaciones, a pesar de la nueva oleada represiva dirigida contra la disidencia. Reporteros sin Fronteras hace un llamamiento a la comunidad internacional para que proporcione apoyo, moral y material, a los periodistas independientes de la isla.
El 18 de marzo de 2003 se abatió, sobre la disidencia cubana, una oleada represiva sin precedente. En tres días fueron detenidos noventa opositores, con la excusa de que eran “agentes del enemigo norteamericano”. Entre ellos figuraban veintisiete periodistas. Sobre todos, o casi todos, cayó todo el peso de la “ley 88” de febrero de 1999, que protege “la independencia nacional y la economía de Cuba”, y unas condenas de entre 14 y 27 años de cárcel.
Esa primavera negra representó un golpe muy duro para la prensa independiente, que había comenzado a emerger en la isla en torno a los años 90, con la creación de pequeñas agencias informativas. Como sus fundadores y directores estaban encarcelados, muchos periodistas prefirieron renunciar a su oficio u optar por la vía del exilio. ¿Aquel día murió el periodismo independiente en Cuba? Tres años después de la oleada represiva, Reporteros sin Fronteras ha querido efectuar un nuevo balance.
Al no poder acudir al lugar, la organización ha contactado con periodistas que todavía se encuentran en la isla o están exiliados, miembros de una agencia o independientes, familias de disidentes encarcelados y medios de comunicación - sitios de Internet, radios o revistas -, que mayoritariamente tienen la sede en Miami (segunda ciudad cubana del mundo, con cerca de 3 millones de ciudadanos de origen cubano), Puerto Rico y Madrid. Aunque hoy resulta difícil precisar el número exacto de periodistas en activo en Cuba, y aunque sus condiciones de trabajo son aun más precarias a cuenta de otra oleada represiva que actualmente afecta al país, la prensa cubana no oficial no está desarmada. Incluso representa la primera fuente de información, en lo que se refiere a la situación de los derechos humanos en la isla. Sin embargo, su clandestinidad la condena a ser una prensa “del interior para el exterior”, casi inaccesible para aquellos de quienes sin embargo habla diariamente.