Violencia contra los periodistas, concentración de medios, posicionamientos políticos… La libertad de prensa está en crisis en “la mayor democracia del mundo”, gobernada desde 2014 por el primer ministro Narendra Modi, figura central del Bharatiya Janata Party (BJP) y encarnación de la derecha nacional hindú.
Panorama mediático
El panorama mediático indio es muy abundante en este país de 1 400 millones de habitantes, 197 millones de cuyos hogares están equipados con un aparato de televisión. El país cuenta con cerca de 900 canales de televisión privados, la mitad de los cuales se centran en la información. Doordarshan, la radiotelevisión pública, opera en 23 lenguas y llega a millones de telespectadores. En India hay más de 140.000 publicaciones en más de 20 lenguas, incluidos unos 20.000 diarios. La tirada acumulada de todos supera los 390 millones de ejemplares. Sin embargo, la información en Internet, sobre todo en las redes sociales, es popular entre la población joven y ha desbancado a la prensa escrita como principal fuente de información. Las noticias radiofónicas siguen siendo un monopolio estatal, ya que All India Radio (AIR) es propiedad del gobierno.
Contexto político
La prensa india ha caído en un "estado de emergencia oficioso" desde que Narendra Modi llegó al poder en 2014 y el más que evidente acercamiento de su partido, el BJP, a las grandes familias propietarias de los medios. El magnate del grupo Reliance Industries, Mukes Ambani, amigo personal del primer ministro, es el dueño de más de 70 medios seguidos por una audiencia de al menos 800 millones de indios. La compra del canal NDTV, a finales de 2022, por el magnate Gautam Adani, también muy cercano a Narendra Modi, ha asestado la puntilla al pluralismo de los medios generalistas. Los últimos años se han caracterizado por el auge de los medios godi (un juego de palabras con los "perritos falderos" de Modi), que mezclan el populismo con la propaganda a favor del BJP. A través de la presión y la influencia, el viejo modelo indio de una prensa pluralista está siendo seriamente amenazado. El primer ministro ha desarrollado una doctrina que sitúa a los periodistas como “intermediarios” que contaminan la relación directa con sus simpatizantes. De hecho, los periodistas indios demasiado críticos son el blanco de campañas de acoso por parte de trolls del BJP.
Marco legal
La libertad de prensa no se menciona como tal en la Constitución, pero está protegida por el derecho a la libertad de expresión. Sin embargo, los gobiernos nunca han dudado en recurrir a leyes de la época colonial, como las relativas a la sedición, la difamación y las actividades antinacionales, para reprimir a los medios. Las leyes antiterroristas se utilizan cada vez más contra los periodistas. El principal partido de la oposición, el Congreso Nacional Indio, y otros partidos regionales también han usado disposiciones legales contra los periodistas para intimidarlos y como represalias. Narendra Modi ha promovido varias leyes que otorgarán al gobierno un poder desmesurado para controlar a los medios, censurar la información y silenciar las voces críticas, como la Ley de Telecomunicaciones de 2023, el proyecto de Ley de Servicios de Radiodifusión de 2023 y la Ley de Protección de Datos Personales Digitales de 2023.
Contexto económico
Los medios indios se financian principalmente con los ingresos publicitarios, cuya principal fuente es el gobierno: bajo el mandato de Narendra Modi, se han inyectado miles de millones de dólares de dinero público en publicidad. Los gobiernos central y estatales presionan a los medios para que censuren sus contenidos gracias a esta financiación, de la que depende la supervivencia de muchos medios pequeños. Mientras el gobierno ha reforzado su control sobre los medios públicos y privados, la propiedad de los medios se ha concentrado, a la vez, en manos de un pequeño número de conglomerados, casi siempre próximos al gobierno. Muestra de ello es el acaparamiento de poder que ha hecho el grupo Adani. Este conglomerado multinacional dirigido por Gautam Adani, un estrecho colaborador de Modi con intereses en el desarrollo portuario, la energía y la minería, se ha hecho con el control de la NDTV, uno de los últimos bastiones del periodismo crítico.
Contexto sociocultural
La gran diversidad de la sociedad india se refleja en el panorama mediático. La profesión periodística, con mayor motivo en los puestos directivos, sigue estando reservada en exclusiva a los hombres hindúes de castas superiores, un sesgo que repercute en todos los ángulos y los temas abordados en artículos o reportajes. Por ejemplo, en los programas de entrevistas y debates nocturnos, las mujeres representan menos del 15% de los participantes. La ideología nacionalista hindú está en pleno auge. La mayoría de los medios televisados, sobre todo en hindi, dedican una parte importante de su tiempo de emisión a las noticias religiosas, promoviendo a veces abiertamente el odio a los musulmanes. El panorama mediático indio también ofrece ejemplos de lo contrario, como ilustra el medio Khabar Lahariya, formado únicamente por mujeres periodistas procedentes de zonas rurales, o de minorías étnicas o religiosas.
Seguridad
Con una media de entre tres y cuatro periodistas asesinados cada año por el ejercicio de su trabajo, India es uno de los países más peligrosos del mundo para la profesión. Los periodistas críticos con el gobierno sufren regularmente acoso en Internet, intimidaciones, amenazas y agresiones físicas, así como procesos penales y detenciones arbitrarias por parte de la policía y por grupos mafiosos o por personalidades locales potentadas y corruptas. Los defensores de la hindutva, la ideología de la derecha radical hindú, llaman a la venganza popular contra las voces críticas tachadas de "traidoras" y "antinacionales". Así, orquestan campañas aterradoras de odio y llamamientos al asesinato en las redes sociales, especialmente violentas cuando apuntan a mujeres periodistas, cuyos datos personales son revelados sin miramientos. La situación en Cachemira sigue siendo extremadamente preocupante: los reporteros se ven acosados regularmente por las fuerzas del orden y por los paramilitares, y algunos se pudren en detenciones supuestamente “provisionales”, desde hace varios años.