El nuevo gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva está llevando a cabo una normalización de las relaciones entre los organismos del Estado y la prensa, tras un mandato de Jair Bolsonaro marcado por una permanente hostilidad hacia el periodismo. Sin embargo, la violencia estructural contra los periodistas, un panorama mediático marcado por una fuerte concentración privada y el peso de la desinformación constituyen un reto para la libertad de prensa en el país.
Panorama mediático
El panorama mediático brasileño está marcado por una fuerte concentración de los medios privados, que se traduce en una relación casi incestuosa entre los poderes público, económico y religioso. Diez grupos económicos, pertenecientes a otras tantas familias, se reparten el mercado. Los cinco más importantes son Globo, Record, SBT, Bandeirantes, y Folha. La independencia editorial de los medios regionales y locales se ve seriamente comprometida por la publicidad institucional. Los medios públicos se enfrentan a una cierta debilidad presupuestaria y son objeto de tentativas de injerencia editorial por parte del gobierno. Ante la falta de una normativa que favorezca un panorama mediático más democrático, el país necesita cada vez más nuevas leyes que garanticen la existencia de un periodismo independiente y sostenible en la esfera pública digital.
Contexto político
Brasil ha atravesado un periodo de fuertes turbulencias políticas durante la transición de poder, con un intento de ruptura democrática liderado por el ex presidente Jair Bolsonaro y sus partidarios a finales de 2022 y principios de 2023. La prensa fue uno de los principales blancos del gobierno de Bolsonaro, que fomentó un ambiente de hostilidad permanente hacia ella. Con la llegada del gobierno de Lula, las relaciones entre los organismos estatales y la prensa se han normalizado, como parte de un proceso de estabilización del orden democrático. El discurso público a favor del periodismo, el cumplimiento de los compromisos públicos de transparencia y los avances concretos del gobierno en la defensa de la libertad de prensa han tenido un impacto tangible para los periodistas.
Marco legal
La Constitución Federal de 1988 garantiza el derecho a la libertad de prensa en el país y, en términos generales, el marco legislativo brasileño es más bien favorable al libre ejercicio del periodismo. No obstante, permanecen numerosos desafíos y obstáculos para garantizar un entorno informativo libre, plural y fiable. El país no dispone de una política sólida para la protección de los periodistas, una cuestión prioritaria, habida cuenta del historial de violencia contra la prensa.
Contexto económico
Las transformaciones que ha vivido el sector durante la última década, debidas especialmente a la aparición de las grandes plataformas digitales y a la redistribución de los ingresos publicitarios, han provocado el cierre de algunos medios de comunicación. Los grandes grupos mediáticos tratan de reinventar sus modelos económicos para responder a la crisis global que vive el sector debido al auge de las plataformas digitales. Al mismo tiempo, están diversificando sus inversiones en muchos otros sectores, lo que aumenta el riesgo de conflictos de intereses y mina la ya erosionada independencia editorial. La prensa local, por su parte, está cada vez más debilitada, y los medios digitales independientes experimentan problemas de viabilidad. Las emisoras de radio comunitarias sufren una asfixia financiera que pone en peligro su autonomía.
Contexto sociocultural
La retórica agresiva que adoptó durante cuatro años el gobierno de Jair Bolsonaro contra los periodistas y los medios ha contribuido a agravar la hostilidad y la desconfianza de la sociedad. La desinformación sigue creciendo en el país e intoxicando cada vez más el debate público. Brasil sigue estando muy polarizado, y los ataques a la prensa, a la orden del día en las redes sociales, han allanado el camino para las reiteradas agresiones físicas contra los periodistas, en particular durante las elecciones de 2022 y en los disturbios de Brasilia del 8 de enero de 2023.
Seguridad
A lo largo de la última década, al menos 30 periodistas han sido asesinados en Brasil, el segundo país más peligroso de la región para los reporteros en ese período. Los blogueros, presentadores de radio y periodistas independientes que trabajan en municipios pequeños y medianos cubriendo temas de corrupción y política local son los más vulnerables. El acoso y la violencia en Internet contra los periodistas, especialmente contra las mujeres, no deja de crecer. En 2022, al menos tres asesinatos estuvieron directamente relacionados con el ejercicio del periodismo, entre ellos el del reportero británico Dom Phillips, asesinado en Amazonia durante una investigación sobre delitos medioambientales cometidos en tierras indígenas.