¿Se rompió un dique en Europa?
El asesinato de tres periodistas–en Malta, Eslovaquia y Bulgaria– en poco menos de un año, hizo que la opinión pública internacional tomara consciencia de que Europa ya no era un santuario para los periodistas, sobre todo cuando trabajan en casos relativos a la corrupción, la evasión fiscal o la malversación de fondos europeos –delitos que a menudo se cometen en colusión con la mafia, uno de los peores depredadores de los periodistas de investigación.
Paolo Borrometi, periodista siciliano especialista en redes criminales, sigue con vida gracias a la protección permanente de la policía italiana. En mayo de 2018 los servicios de seguridad frustraron un plan para asesinarlo, orquestado por la mafia siciliana. “Un muertito sirve para darle una buena lección a los otros”, señaló́ uno de los mafiosos cuando lo arrestaron. Al igual que Borrometi y que el periodista Roberto Saviano, en Italia (43º, +3) actualmente cerca de veinte reporteros viven bajo la protección de una escolta policíaca las 24 horas del día. En este contexto, son muy preocupantes las amenazas del Ministro del Interior, Matteo Salvini, respecto a la protección otorgada a Saviano. Después de que el periodista criticó la política migratoria del gobierno italiano, el ministro lo amenazó con quitarle la protección policíaca con la que cuenta desde hace varios años.
En un entorno cada vez menos seguro, la necesidad de que los periodistas cuenten con protección policíaca ha aumentado incluso en los países ubicados en los primeros lugares de la Clasificación. En los Países Bajos (4º, -1), por ejemplo, se otorgó protección policíaca permanente a dos periodistas que abordaban temas relativos a las organizaciones criminales. Por otra parte, en Suecia (3º, -1) se observa un recrudecimiento del ciberacoso contra periodistas que investigan el crimen organizado o las cuestiones religiosas.
Doble amenaza: agresiones en las redes sociales y de los Estados corruptos
Aunque en Montenegro (104º, -1), país candidato a pertenecer a la Unión Europea, se registran graves ataques a la prensa, parece que la protección de los periodistas no es una prioridad del gobierno. Han pasado meses sin que las autoridades hayan detenido a los sospechosos de la agresión que sufrió la periodista de investigación Olivera Lakic, especialista en el tema del crimen y la corrupción –en mayo de 2018 le dispararon afuera de su casa, la hirieron en una pierna–. En cambio, Jovo Martinovic, periodista de investigación especializado en el crimen organizado en los Balcanes, fue sentenciado en enero de 2019 a 18 meses de prisión por haber investigado el tráfico de armas en la región, a pesar de que se presentaron pruebas contundentes de que su relación con los criminales se debía exclusivamente a su trabajo periodístico.
En países como Bulgaria (111º y aún en luz roja) –que sigue estancado debido a su corrupción endémica y a la ineficacia de su sistema judicial– los periodistas molestan en cuanto empiezan a investigar el tráfico de influencias a escala internacional, entre dirigentes políticos y redes mafiosas, o la malversación de fondos europeos. Así, los periodistas búlgaros suelen verse atrapados entre las tenazas del crimen organizado y el gobierno, que lejos de defenderlos los persigue. En septiembre de 2018 la policía detuvo a dos periodistas de investigación de medios de comunicación independientes que investigaban el desvío de fondos europeos.
Un abanico de amenazas que tienen como telón de fondo la corrupción
De un extremo a otro del continente, los periodistas son agredidos cuando revelan casos de corrupción. En Rumania (47º,-3), que preside el Consejo de la Unión Europea, los periodistas de RISE Project, sitio web que difunde trabajos de investigación, padecieron presiones de las autoridades cuando investigaban casos de desvío de fondos europeos. Éstas recurrieron al Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) de la Unión Europea para obligar a los periodistas a revelar sus fuentes informativas.
En ocasiones se atenta contra la integridad física de los periodistas para disuadirlos de que lleven a cabo sus investigaciones. Es el caso de Serbia (90º, -14), donde en 2018 aumentaron los ataques violentos a periodistas –denunciados reiteradamente por RSF– que investigaban casos de corrupción. En diciembre de 2018 incendiaron la casa de Milan Jovanovic; el periodista logró escapar del atentado. El autor intelectual del ataque, un alcalde miembro del Partido Progresista Serbio (SNS, por sus siglas en inglés, partido del presidente Aleksandar Vucic), fue detenido; el periodista recibió protección de las autoridades y ahora cuenta con una escolta permanente.
En Malta (77º, -12), país que sigue cayendo en la Clasificación, se observa un preocupante y tenso ambiente, en el que sigue resonando de forma dolorosa el asesinato de Daphne Caruana Galizia. No obstante, un puñado de periodistas busca continuar el trabajo de realizaba esta bloguera y seguir denunciando los casos de corrupción y de blanqueo de dinero en el país. Su determinación no sólo debe enfrentarse al miedo, también a las grandes presiones judiciales.
Polonia (59º, -1) no es una excepción y retrocede en la Clasificación por cuarto año consecutivo. El exministro de Defensa, Antoni Macierewicz, emprendió un proceso ante un tribunal militar contra el periodista Tomasz Piatek, al que acusó de terrorismo; el reportero había revelado los presuntos nexos de dicho ministro con organizaciones criminales rusas. Los periodistas del diario Gazeta Wyborcza también están en el punto de mira de las autoridades y podrían ser condenados a penas de prisión por haber cuestionado al líder del Partido Ley y Justicia (PiS, por siglas en polaco, en el poder), Jaroslav Kaczynski, implicado en el caso de una construcción que provocó polémica.
Retórica contra los medios de comunicación
En 2018 se observó otro fenómeno preocupante en Europa: en muchos países democráticos se desataron los discursos contra la prensa y la retórica contra los medios de comunicación. Se declaró persona non grata a periodistas; funcionarios de las más altas esferas del gobierno amenazaron e insultaron a reporteros. Esta tendencia va en aumento, en particular en Francia (32º, +1), donde el líder de la Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, señaló que el odio a los periodistas es “sano y justo”.
En Hungría (87º, -14), los dirigentes de la Unión Cívica Húngara (Fidesz) –partido del primer ministro, Víktor Orbán– se niegan a hablar con los periodistas que no forman parte de los medios de comunicación “amigos deFidesz”. Hace unos meses el mismo Víktor Orbán se negó a responder a las preguntas del canal de noticias HírTV–crítico frente al gobierno–, argumentandoque este medio de comunicación no era más que un concentrado de “información falsa”. A algunos periodistas incluso se les niega el derecho a hablar con miembros del gobierno y a hacerles preguntas durante las conferencias de prensa.
Las críticas a los medios de comunicación que ponen en tela de juicio su trabajo constantemente se ha vuelto un arma política que debilita al periodismo. Asimismo, los dirigentes políticos no dudan en servirse de los medios de comunicación públicos, a los que transforman en instrumentos de propaganda o para defender sus intereses. El uso de estos medios para presionar a los periodistas no es nuevo, pero sí que esta práctica se haya expandido tanto. En Polonia, donde el gobierno conservador del PiS ha transformado el sistema audiovisual público en un sistema audiovisual del Estado, la televisión polaca (TVP) fue cuestionada por su papel en el asesinato del alcalde de Gdansk, Pawel Adamowicz. El medio de comunicación pronunció su nombre al aire 1.800 veces en un año, siempre con el fin de desacreditarlo. Por si fuera poco, el director de la cadena prometió demandar penalmente a todos los periodistas que relacionen estos discursos de odio de la TVPcon el asesinato del alcalde.
De la palabra a los actos: el paso a otra etapa
Estos ataques verbales y estas amenazas a los medios de comunicación en toda Europa incitan a cometer actos de violencia. Una muestra del odio al periodismo, al pluralismo, una especie de chantaje antidemocrático. En Francia, la aversión a los medios de comunicación característica de los “chalecos amarillos” lo ilustra de manera preocupante. Ésta se ha traducido en agresiones e intimidaciones a periodistas sin precedentes en el país. En enero, en Toulouse, una periodista de La Dépêche du Midi fue agredida por una horda de manifestantes, que la insultó y amenazó con violarla. Desde el inicio de este movimiento se han registrado decenas de incidentes graves, tanto agresiones de manifestantes a periodistas, como casos de violencia de las fuerzas de la policía –como el uso excesivo de balas de defensa, sobre todo contra fotorreporteros.
A las amenazas e intimidaciones, se suma el creciente acoso judicial –que puede agotar los recursos económicos de los acusados–, una práctica muy disuasiva empleada contra los periodistas en toda Europa. Los adversarios de la prensa emprenden procesos judiciales “mordaza”–SLAPPs (Strategic Lawsuits Against Public Participation)– por difamación, con los que buscan intimidar y hacer callar a los periodistas, así como obtener indemnizaciones por daños y perjuicios. En Francia muchos periodistas han sido demandados por grandes empresas, como Vinci y Bolloré, grupo que ha emprendido numerosos procesos judiciales por difamación –en Francia y en el extranjero– por artículos y reportajes (escritos y audiovisuales), burlando la ley de 1881 relativa a la libertad de prensa.
Esta artimaña, con la que se busca agotar los recursos financieros de los periodistas, también se emplea con frecuencia en Malta. Daphne Caruana Galizia fue víctima de un verdadero acoso judicial hasta su muerte. Ahora es The Shift News, sitio web que difunde trabajos periodísticos de investigación, el que está en el punto de mira de los poderosos. Aunque Croacia (64º, +5) registra un buen desempeño en la Clasificación, bate todos los récords en ese sentido: la Asociación de Periodistas Croatas (HND, por sus siglas en croata) registró más de 1.000 demandas judiciales contra periodistas o empresas de prensa, a menudo interpuestas por dirigentes políticos y funcionarios.
Europa del Este y Asia Central, un descarrío general y algunos rayos de esperanza
La zona de Europa del Este y Asia Central sigue siendo la penúltima en la Clasificación Mundial, a pesar de que se registraron cambios contrastantes en algunos países. Los gobiernos de Rusia y de Turquía siguen dando el mal ejemplo con los peores déspotas de la región. Sin embargo, el ascenso de algunos Estados muestra que siempre es posible superar las condiciones más difíciles.
La Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2019 de Reporteros sin Fronteras (RSF) registró una mayor volatilidad en la zona de Europa del Este y Asia Central, aunque esto no tiene nada que ver con dos pesos pesados en el escenario internacional: Rusia y Turquía, que siguen siendo laboratorios de represión. En Turquía (157º), unholding cercano al gobierno compró el mayor grupo de prensa turco. Asimismo, el cerco sigue estrechándose en torno alas últimas publicaciones críticas. Turquía es la mayor prisión del mundo para los profesionales de los medios de comunicación; sistemáticamente se recurre a la prisión preventiva, los periodistas pueden ser sentenciados hasta a cadena perpetua. El representante de RSF en Turquía, Erol Önderoğlu, está acusado de hacer “propaganda terrorista” por haber defendido a un diario kurdo. Además, no contentas con bloquear cada año miles de textos y con encarcelar a internautas por un simple “like”, lasautoridades ahora buscan tomar el control de los servicios de video en línea.
Corrupción: investigaciones de alto riesgo
Turquía también es el único país del mundo en el que se juzgó a un periodista por haber participado en la investigación de los “Papeles del Paraíso” (Paradise Papers): la reportera Pelin Ünker fue condenada en primera instancia a 13 meses de prisión y a pagar una elevada multa. Una muestra, entre otras, de la persecución al periodismo de investigación, que el gobierno turco califica de “destructor” y “antipatriótico”. Uno de los principales temas tabú es la corrupción, sobre todo desde un escándalo que hizo vacilar al gobierno de Recep Tayyip Erdoğan, en 2013.
El periodismo de investigación es también la pesadilla de una buena parte de los países de la antigua Unión Soviética, en los que la corrupción es un problema mayor desde hace tiempo. La mayoría de los periodistas encarcelados en Rusia y en Azerbaiyán cubría este tema, peligroso de abordar. En Tayikistán el experiodista Khaïrullo Mirsaïdov fue detenido después de que dio a conocer las presuntas malversaciones cometidas por altos funcionarios. En Kazajistán, las autoridades registraron las redacciones de dos medios de comunicación que hasta ahora se habían mantenido a salvo de estas medidas. En Ucrania, por investigaciones similares, las autoridades pusieron bajo vigilancia a periodistas de investigación o los obligaron a cooperar con ellas y a revelar sus fuentes informativas.
Cortar el acceso a Internet ya no es una línea roja
Rusia (149º), ubicada enuna zona de la Clasificación donde ganar posiciones es muy preciado,descendió un lugar debido a que el gobierno ejerce aún mayores presiones en los medios de comunicación independientes: avalancha de leyes liberticidas, detenciones y registros arbitrarios, impunidad, violencia policíaca. El cuarto mandato de Vladimir Putin comienza con malos augurios. Al intentar bloquear el sistema de mensajería cifrada Telegram, a pesar de los graves daños colaterales que esto implica, el gobierno ruso muestra su determinación para alcanzar su objetivo de imponer un “Internet soberano”. En lo que logra superar los obstáculos técnicos, el Kremlin ha incrementado su control de la Red, la principal fuente de información de una juventud que escapa cada vez más a la propaganda televisiva: las autoridades censuran los motores de búsqueda, bloquean herramientas para evadir la censura, obligan a las plataformas a cooperar con el Servicio Federal de Seguridad (FSB, agencia de espionaje).
Si Moscú lo conceptualiza, la censura de Internet se ha generalizado. A tal grado, que para los regímenes autoritarios de la región, lo mínimo es bloquear los sitios web informativos críticos. En sintonía con la tendencia mundial, las autoridades de Tayikistán, Kazajistán e Ingusetia, no dudan en interrumpir puntualmente el acceso al Internet móvil, las redes sociales y los servicios de mensajería instantánea, para contener las manifestaciones y reducir su cobertura periodística.
Transiciones políticas que afectan la libertad de la prensa
En una región en la que todo está paralizado, hubo países que experimentaron grandes cambios, pero estos son tan pocos que no es fácil observarlo (sobre todo porque se trata de ascensos en la Clasificación). Uzbekistán (160º, +5) deja de formar parte de la zona “negra” del mapa, en la que se encuentran los países con la peor situación en términos de libertad de prensa. Tras la muerte del dictador Islam Karimov (en2016), comenzó el deshielo: los periodistas que estaban encarcelados fueron puestos en libertad y algunos medios de comunicación ya se atreven a abordar temas delicados. Sin embargo, aún queda mucho por hacer para acabar con la censura y la autocensura, que reinan en el país desde hace mucho tiempo.
Otros ascensos significativos son los de Armenia (61º, +19) y Kirguistán (83º, +15), que se encontraban en una zona muy volátil de la Clasificación. En el caso de Armenia, los nuevos medios de comunicación y las redes sociales dieron amplia difusión a la “Revolución de Terciopelo”, que permitió reducir el control que ejercía el gobierno en el servicio audiovisual público. En Kirguistán, el expresidente, Almazbek Atambáyev, y su sucesor, Sooronbay Jeenbekov, abandonaron sus demandas judiciales contra los periodistas críticos, lo que puso fin a las indemnizaciones estratosféricas por daños y perjuicios. Esto permite que el país dé vuelta a la página, tras una secuencia electoral que tuvo grandes repercusiones en los medios de comunicación. Sin embargo, hasta que no se realice una reforma legislativa definitiva, los periodistas estarán a la merced de los vaivenes políticos.
Ante la cercanía de importantes comicios en 2019, se ha acentuado la polarización en Ucrania (102º, -1) y Moldavia (91º, -10). Esto ha deteriorado el ambiente en que trabajan los periodistas. Han proliferado los intentos de manipulación y se ha puesto de manifiesto el peso de los oligarcas en los grandes medios de comunicación. Tensiones que explican ampliamente que estos dos países hayan descendido en la Clasificación.
El último mundo: el triste desempeño de Turkmenistán
Más de la mitad de los países de esta región se ubican cerca del lugar 150 de la Clasificación o en una posición inferior; por si fuera poco, la situación de aquellos que se encuentran en los últimos lugares no deja de empeorar. Turkmenistán (180º, -2) ocupa el último lugar en la Clasificación, justo abajo de Corea del Norte y de Eritrea. Este triste desempeño es resultado de varios años de endurecimiento, en los que las autoridades persiguieron sin cesar a los últimos corresponsales de medios de comunicación exiliados que aún trabajaban en el país (clandestinamente).
En el caso opuesto al deshielo que vive Uzbekistán, se encuentra Tayikistán (161º, -12), que se acerca peligrosamente a la zona “negra” de la Clasificación. La mayoría de los medios de comunicación independientes se han visto obligados a cerrar o a exiliarse; los pocos que quedan intentan resistir al bloqueo de sus sitios web y a las presiones constantes del gobierno encaminadas a que se autocensuren, lo que hace de Tayikistán el segundo país peor clasificado de Asia Central.
Del otro lado del mar Caspio, el gobierno de Azerbaiyán (166º, -3) sigue persiguiendo a las últimas voces críticas. La represión también se ha endurecido en Bielorrusia (153º), donde las autoridades han impuesto cerca de cien multas a periodistas bielorrusos que trabajan como corresponsales de medios de comunicación en exilio, han bloqueado portales informativos de referencia, intimidado a publicaciones independientes que hasta ahora se mantenían a salvo y endurecido la legislación. Es paradójico que este país ascienda en la Clasificación. Esto se explica porque se registraron menos detenciones respecto a 2017 y por el deterioro de la situación en el resto del mundo.