El Estado ruso (162º) continúa su cruzada contra el periodismo independiente, que se salda ya con más de 1.500 periodistas huidos al extranjero desde la invasión de Ucrania. Bajo la subida de dos puestos que registra Rusia en la Clasificación 2024 de la Libertad de Prensa, debida al deterioro de otros países, se esconde una caída en su puntuación global: la lista de periodistas y medios etiquetados por el gobierno como "agentes extranjeros" o "indeseables" crece, y se sigue encarcelando arbitrariamente a periodistas. En la zona, sólo otros dos Estados rivalizan con el ruso: Bielorrusia (167º), cuyo régimen persigue a los periodistas en nombre de la lucha contra el "extremismo", y Turkmenistán (175º), donde el presidente, con poderes ilimitados, prohíbe toda información independiente.
En el apartado de los grandes descensos, Georgia (103º) cede 26 puestos: el partido en el poder alimenta la polarización de la sociedad, cultiva su acercamiento a Moscú y aplica una política cada vez más hostil a la libertad de prensa. Azerbaiyán (164º) también ha experimentado un retroceso en todos sus indicadores, especialmente en el político, por la oleada de represión mediática previa a las elecciones presidenciales.
Ucrania (61º) sorprende en la Clasificación ganando 18 puestos, gracias a la mejora de su indicador de seguridad -registra menos periodistas asesinados- y su indicador político. Aunque el Estado de derecho no se aplica en todo el país desde la invasión rusa, impidiendo que las autoridades garanticen la libertad de prensa, se han reducido las injerencias políticas en la Ucrania libre. Denunciar este tipo de presiones sigue limitando a los medios de comunicación.
La Unión Europea, contra la “orbanización”
Más al oeste, a pesar de la adopción por parte de la Unión Europea (UE) de la primera legislación sobre libertad de los medios (EMFA) y de que los tres primeros puestos siguen ocupados por países europeos (Noruega, Dinamarca, Suecia), los partidos políticos se esfuerzan en reducir el terreno de juego del periodismo independiente. Esta peligrosa dinámica la encarnan, entre otros, el primer ministro húngaro prorruso, Viktor Orban, y su homólogo en Eslovaquia (29º), Robert Fico. Las mayorías en el poder en Hungría (67º), Malta (73º) y Grecia (88º), el trío en el furgón de cola de la UE, están poniendo a prueba la libertad de prensa. La Italia de Giorgia Meloni (46º) desciende cinco puestos.
Intereses políticos asfixian al periodismo en varios países candidatos a la adhesión a la UE: Bosnia y Herzegovina (81º), Serbia (98º) y Albania (99º). Mientras, Turquía (158º) sigue encarcelando a periodistas y debilitando a los medios practicando la censura de Internet y el control judicial.
El contexto político para el periodismo ha mejorado en Polonia (47º, +10) y Bulgaria (59º, +12), con nuevos gobiernos más considerados con el derecho a la información. Alemania, que irrumpe entre los diez primeros países de la Clasificación, mejora su indicador político, y registra un relativo descenso de las agresiones a periodistas por parte de grupos de extrema derecha. Aunque la libertad de prensa en Francia (21º) y Reino Unido (23º) no se ve amenazada por ataques políticos de envergadura, sigue siendo necesario estar vigilante, como demuestra la detención de la periodista francesa Ariane Lavrilleux, tras ser denunciada por el Ministerio de Defensa, y el mantenimiento en prisión de Julian Assange en el Reino Unido, un país en el que los periodistas exiliados, en particular los iraníes, se ven amenazados desde su país de origen sin que las autoridades de acogida brinden una protección eficaz.