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Europa-Asia central
La sombra de la guerra en Ucrania se cierne sobre la libertad de prensa

Censura sistémica en el Este

La guerra de Ucrania ha permitido al Kremlin emprender, en 2022, su operación final de "limpieza" del panorama mediático ruso. La censura sistémica y el éxodo forzoso de los medios independientes rusos y, más tarde, de los extranjeros han abierto espacio para la difusión de propaganda coordinada por parte de los medios progubernamentales. La prohibición de las redes sociales occidentales beneficia a la plataforma Telegram, cuya audiencia en Rusia (164º) se ha más que duplicado en un año. Transformado en el canal de referencia de los medios independientes para sortear la censura, ha sido también ampliamente utilizado por las redes de propaganda de Putin, con cuentas dedicadas, incluso, a rastrear los movimientos de los periodistas extranjeros, que son tratados como espías.

 

En Ucrania (79º), el aparato de propaganda del Kremlin se despliega a marchas forzadas con cada nueva conquista de territorio por parte de las fuerzas rusas: las cadenas de televisión sufren interferencias, los medios ucranianos son reemplazados y los periodistas locales, perseguidos. En las zonas no invadidas, pese a la desorganización de las redacciones y a las dificultades inherentes a la cobertura de un país en guerra, y más allá de las trabas impuestas a la información -por lo general, proporcionales a la situación-, los periodistas gozan de mayor libertad. La guerra y el espíritu de unidad nacional han reducido el control de los oligarcas sobre los medios de comunicación y las presiones que existían por desacuerdos previos.

 

La sombra de la agresión rusa planea sobre toda la región, especialmente en Bielorrusia (157º), totalmente a su merced. Uno de los hechos destacables de la Clasificación es el alarmante deterioro de la libertad de prensa en Asia Central, como ilustra el desplome de Kirguistán (122º), que cae 50 puestos.



 

El delicado equilibrio entre la libertad y la seguridad, en el Oeste

 

La guerra en Ucrania también afecta a Europa Occidental, que no siempre es capaz de hallar el equilibrio entre seguridad y libertad. Varios países han limitado el trabajo de los periodistas con el pretexto de la "seguridad nacional". En Grecia (107º), el escándalo de las escuchas a periodistas por parte de los servicios secretos y el uso contra ellos del software espía "Predator" representa el atentado más grave contra la libertad de prensa registrado en la UE en 2022 y explica que Grecia sea el país europeo peor situado en la Clasificación 2023. En Albania (96º), la Fiscalía restringió de manera desproporcionada la cobertura periodística de un ciberataque de origen iraní contra instituciones del Estado. En el Reino Unido (26º), donde Julian Assange sigue pendiente de extradición, un proyecto de ley sobre la seguridad nacional no solo no adopta medidas de protección a los periodistas, sino que amenaza al periodismo de investigación. En Letonia (16º), la autoridad reguladora revocó arbitrariamente la licencia de un canal independiente ruso; en Finlandia (5º), dos periodistas han sido condenados por revelar secretos de Estado, mientras que una nueva legislación en Suecia (4º) debilita la protección del secreto de las fuentes.



A pesar de estas señales de alarma, la brecha entre los países de la Unión Europea se está reduciendo significativamente. En el espacio comunitario, el número de países que han mejorado en la edición de 2023 duplica al de los que han empeorado, y ello en un momento en el que se debate una legislación pionera para establecer estándares comunes en materia de libertad de los medios. Por otra parte, el ascenso de la mayoría de los países del Este de la UE en la Clasificación va aparejado de una creciente concienciación sobre cómo la información independiente puede actuar como muro de contención contra la propaganda del Kremlin. Serbia (91º), donde los medios progubernamentales difunden propaganda rusa, anota el mayor descenso de la zona UE-Balcanes (-12).