Una regresión preocupante en el norte de África
La situación de la prensa en el Norte de África (excluyendo Egipto) nunca ha sido tan preocupante, con cuatro países fuertemente implicados en este deterioro: Argelia (134º), donde la libertad de prensa retrocede de forma alarmante y el encarcelamiento de periodistas está a la orden del día; Marruecos (135º), que mantiene encarceladas a tres destacadas figuras del periodismo, a pesar de las presiones, y por último, Libia (143º) y Sudán (151º), donde los observadores y nuestros corresponsales informan de que ya no existe la prensa libre. La situación se ha agravado considerablemente en Argelia en 2021: numerosos periodistas han sido encarcelados, enjuiciados o se les ha prohibido viajar. A finales del mes de abril, tres de ellos seguían en prisión. Por otra parte, varios sitios web de información han sido bloqueados y diversos periódicos críticos con el poder han sido asfixiados económicamente.
La independencia de la prensa en Marruecos ha experimentado un gran retroceso y quedan pocos medios independientes. Los casos que afectan a los periodistas Taoufik Bouachrine, desde mayo de 2018, y a Omar Radi y Souleymane Raissouni, desde mayo de 2020, todos ellos detenidos, procesados y encarcelados por motivos falaces, han intensificado la presión y el temor sobre los medios. La situación es aún más grave en Libia y Sudán, donde la ausencia de una autoridad política real impide que la prensa se emancipe y trabaje en condiciones aceptables, por no mencionar los intentos para controlar los medios audiovisuales y la omnipresencia del poder militar, especialmente en Sudán.
La situación es un poco menos inquietante en Mauritania (97º). El paréntesis democrático vivido entre 2005 y 2008 permitió la despenalización del delito de prensa y suavizar la represión impuesta por el marco legal. A pesar del discurso favorable de las autoridades hacia un diálogo pacífico con la oposición, los periodistas viven en una precariedad extrema, lo que favorece la connivencia, el sesgo informativo o la autocensura. Por último, Túnez (94º), donde la libertad de prensa e información quedaron plenamente garantizadas con la aprobación de una nueva Constitución en 2014, vive un periodo incierto desde la llegada al poder, el 25 de julio de 2021, del presidente Kaïs Saied y la declaración del estado de excepción.
Arriesgar la vida por el periodismo en Oriente Medio
Habrá que recorrer un largo camino todavía hasta que Oriente Medio sea un lugar favorable para el periodismo. En 2021, varios periodistas murieron o fueron asesinados deliberadamente por el ejercicio de su profesión. En Líbano (130º), el periodista y analista político Lokman Slim fue hallado asesinado cerca de su coche. Tras sus francas y contundentes intervenciones sobre Hezbolá, sabía que se había puesto precio a su cabeza.
En este país, que amenaza con caer en una espiral de violencia contra el periodismo, los ataques y las amenazas de muerte en Internet hacia los periodistas se multiplican y también se materializan en la vida real. Frente a la pasividad de las autoridades, algunos de ellos se han visto forzados a huir al extranjero. En Yemen (169º), la ciudad de Adén también destaca en términos de brutalidad contra los reporteros. Tres de ellos murieron tras resultar heridos por las explosiones que tuvieron lugar mientras realizaban un reportaje, y otro, Mahmoud Alotmei, sobrevivió a un intento de asesinato con un coche bomba, aunque su esposa, Rasha Abdallah Alharazy, también periodista y que le acompañaba, perdió la vida.
En lo que respecta a los periodistas palestinos, volvieron a pagar un alto precio durante las tensiones de mayo de 2021 en Jerusalén, y posteriormente durante la ofensiva militar israelí en la franja de Gaza (170º), en la que dos periodistas fueron asesinados durante los bombardeos.
Arabia Saudí (166º), que acaba de obtener la cesión por parte de Turquía (149º) del caso de Jamal Khashoggi para que sea juzgado por sus propios tribunales, sigue siendo, junto a Egipto (168º), una de las peores cárceles del mundo para los periodistas.
2021 ha sido de nuevo un año extremadamente difícil para la libertad de prensa en Irán (178º). Los dos principales acusados de violencia y crímenes contra los periodistas desde hace 30 años, Ebrahim Raissi y Gholam Hossein Mohseni-Ejei, han pasado a ser, respectivamente, presidente de la República y responsable del sistema de justicia iraní. Como resultado, han aumentado las detenciones arbitrarias, las condenas judiciales, los periodistas encarcelados sin ningún tipo de atención médica…